Desde hace aproximadamente un año, mi hijo vive con Kate, pero no conocemos a sus padres. Me resultaba extraño, así que decidí investigar qué había detrás Siempre he intentado educar a mi hijo para que respete por encima de todo a las mujeres: a su abuela, a su madre, a su esposa, a su hija. En mi opinión, esa es la mayor virtud que puede tener un hombre: el respeto hacia las mujeres. Entre mi marido y yo le hemos dado a nuestro hijo una excelente educación y preparación, dándole todo lo necesario para abrirse camino con soltura en la vida. No queríamos facilitarle nada más, pero aun así le compramos un piso de dos habitaciones. Aunque él trabajaba para mantenerse, no le alcanzaba para una vivienda propia. No le regalamos el piso inmediatamente, ni siquiera le contamos la compra. ¿Por qué? Porque nuestro hijo estaba viviendo con su novia; esa es la razón. Nuestro hijo lleva unos doce meses conviviendo con Kate, pero nunca hemos conocido a sus padres, lo cual me sigue pareciendo raro. Tiempo después, averigüé que la madre de Kate había sido vecina de una amiga mía. Ella me contó algo que me dejó inquieta. Resulta que la madre de Kate echó a su marido de casa cuando este empezó a ganar menos dinero, pero lo realmente surrealista vino después… La mujer comenzó a salir con un hombre casado, aunque adinerado. Por su parte, la abuela de Kate, al igual que su hija, también mantenía una relación con un hombre casado. Además, obligaba tanto a su hija como a su nieta a ir a la finca de este hombre para ayudar en las tareas agrícolas. Por todo esto, mi hijo ya ha vivido varios episodios peculiares con su futura suegra. Lo que más me inquieta de toda esta historia es cómo la madre y la abuela manipulan a Kate para que rechace a su padre. Está claro que la chica quiere a su padre, pero por culpa de estas dos mujeres la relación con él está en peligro. Y, para colmo, Kate ha decidido abandonar la universidad. Piensa que es el hombre quien debe mantener a la familia. Yo también creo que el hombre debe estar preparado para eso, y así he educado a mi hijo, pero que Dios no quiera que alguna vez tengan un contratiempo serio. ¿Quién les asegura que nada malo va a pasar? ¿Cómo podrá ella ayudarle si surge una crisis? Por cierto, registré el piso a mi nombre porque sé bien que he criado a un auténtico cervatillo, como solemos decir. Y sí, la ley indica que lo adquirido antes del matrimonio no se reparte en caso de divorcio, pero Kate es tan lista que no me extrañaría que mi “caballero” acabe saliendo con lo puesto.

Desde hace aproximadamente un año, mi hijo vivía con Lucía, pero nosotros no conocíamos a sus padres, algo que siempre me resultó extraño y no terminaba de convencerme, así que decidí indagar un poco más sobre el asunto.

Siempre he procurado que mi hijo aprenda a respetar a las mujeres por encima de todo: su abuela, su madre, su esposa, su hija. Sinceramente creo que no hay mayor virtud en un hombre que el respeto por la mujer. Tanto mi mujer como yo nos volcamos en su educación y formación, le hemos dado todo lo necesario para que encare la vida con confianza y principios sólidos. No queríamos darle las cosas hechas, pero, aun así, le compramos un piso de dos habitaciones. Él tiene trabajo y se mantiene solo, sí, pero no le alcanzaba para afrontar la compra de una vivienda en Madrid.

En realidad, nunca le contamos que ese piso era suyo, ni se lo pusimos a su nombre. ¿El motivo? Porque vivía con una chica, ni más ni menos. Lucía era su pareja desde hacía cerca de un año, pero desconocíamos por completo a su familia, y esa situación se me hacía poco habitual, la verdad.

Resultó que la madre de Lucía era la antigua vecina de un conocido mío. Por casualidad, esta mujer me confió cierta información que no me dejó tranquilo. Según ella, la madre de Lucía echó al marido de casa en cuanto él empezó a ganar menos, pero eso era sólo el principio. Luego, la señora comenzó a salir con un hombre casado, aunque económicamente acomodado. Para colmo, la abuela materna de Lucía, igual que su hija, mantenía una relación clandestina con otro hombre casado, e incluso obligaba tanto a su hija como a su nieta a ir al cortijo del amante, en Toledo, para ayudar en las tareas del campo.

Por esta razón, mi hijo ya había tenido situaciones incómodas con la que sería su futura suegra. Lo que de verdad me inquieta de todo esto es cómo tanto la madre como la abuela de Lucía la incitan a tomar distancia de su padre.

Se nota a leguas que la chica siente un gran apego por él, pero, por culpa de estas dos mujeres, la relación con su progenitor pende de un hilo. Y por si fuera poco, Lucía ha decidido abandonar sus estudios. Piensa que el hombre debe ser el pilar económico del hogar. Yo estoy de acuerdo en que el hombre debe estar preparado y ser responsable, y en eso he educado a mi hijo; pero si la vida da un giro inesperado, ¿dónde queda la garantía? ¿Cómo podrá ayudarle ella en caso de que surjan verdaderas dificultades?

Por eso mismo, y sabiendo cómo está el mundo, puse el piso a mi nombre otra vez, porque conozco bien el carácter de mi hijo, que es demasiado bueno, por decirlo de algún modo. Está claro que todo lo adquirido antes del matrimonio no se reparte si llegan a divorciarse, pero Lucía es tan lista que podría conseguir que mi caballero termine saliendo de casa con lo puesto, y poco más que los calcetines.

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MagistrUm
Desde hace aproximadamente un año, mi hijo vive con Kate, pero no conocemos a sus padres. Me resultaba extraño, así que decidí investigar qué había detrás Siempre he intentado educar a mi hijo para que respete por encima de todo a las mujeres: a su abuela, a su madre, a su esposa, a su hija. En mi opinión, esa es la mayor virtud que puede tener un hombre: el respeto hacia las mujeres. Entre mi marido y yo le hemos dado a nuestro hijo una excelente educación y preparación, dándole todo lo necesario para abrirse camino con soltura en la vida. No queríamos facilitarle nada más, pero aun así le compramos un piso de dos habitaciones. Aunque él trabajaba para mantenerse, no le alcanzaba para una vivienda propia. No le regalamos el piso inmediatamente, ni siquiera le contamos la compra. ¿Por qué? Porque nuestro hijo estaba viviendo con su novia; esa es la razón. Nuestro hijo lleva unos doce meses conviviendo con Kate, pero nunca hemos conocido a sus padres, lo cual me sigue pareciendo raro. Tiempo después, averigüé que la madre de Kate había sido vecina de una amiga mía. Ella me contó algo que me dejó inquieta. Resulta que la madre de Kate echó a su marido de casa cuando este empezó a ganar menos dinero, pero lo realmente surrealista vino después… La mujer comenzó a salir con un hombre casado, aunque adinerado. Por su parte, la abuela de Kate, al igual que su hija, también mantenía una relación con un hombre casado. Además, obligaba tanto a su hija como a su nieta a ir a la finca de este hombre para ayudar en las tareas agrícolas. Por todo esto, mi hijo ya ha vivido varios episodios peculiares con su futura suegra. Lo que más me inquieta de toda esta historia es cómo la madre y la abuela manipulan a Kate para que rechace a su padre. Está claro que la chica quiere a su padre, pero por culpa de estas dos mujeres la relación con él está en peligro. Y, para colmo, Kate ha decidido abandonar la universidad. Piensa que es el hombre quien debe mantener a la familia. Yo también creo que el hombre debe estar preparado para eso, y así he educado a mi hijo, pero que Dios no quiera que alguna vez tengan un contratiempo serio. ¿Quién les asegura que nada malo va a pasar? ¿Cómo podrá ella ayudarle si surge una crisis? Por cierto, registré el piso a mi nombre porque sé bien que he criado a un auténtico cervatillo, como solemos decir. Y sí, la ley indica que lo adquirido antes del matrimonio no se reparte en caso de divorcio, pero Kate es tan lista que no me extrañaría que mi “caballero” acabe saliendo con lo puesto.