Es interesante
Cuando mi hija, Valeria, se casó, ella y su esposo, Andrés, no tenían casa propia. Eran jóvenes, estaban

Siempre cuidé mi apariencia. No por vanidad, sino porque me hacía sentir fuerte, segura, lista para enfrentar

El día de nuestra boda, mi suegra nos entregó una carpeta elegante con una sonrisa llena de orgullo.

Cuando me casé con Isabella, no teníamos una casa propia, así que durante un tiempo tuvimos que vivir

Tengo 44 años y cada mañana me despierto con el mismo pensamiento atormentador: ¿cómo pude ser tan ciego?

Perdí a Valeria hace dos años. Un accidente de tráfico. Estaba embarazada de ocho semanas. Una sola fracción

Una noche fría, mientras caminaba por las solitarias calles de Sevilla, el viento cortante me azotaba

Hace poco tiempo, mi novia y yo decidimos dar el gran paso y empezar a vivir juntos.

Siempre había vivido a mi manera. Sin ataduras, sin responsabilidades, sin compromisos. A mis 34 años

Andrés y Javier se conocieron en el trabajo. Javier acababa de ser contratado como jefe de departamento
