Amigos descubrieron que alquilamos un piso con mi esposa y ahora quieren mudarse. ¿Cómo explicarles que no queremos alquilar a amigos? Siempre es más difícil negociar así.

Los amigos se enteraron de que mi mujer y yo alquilamos un piso y ahora quieren mudarse. ¿Cómo les explicamos que no nos apetece alquilar a conocidos? Siempre es más complicado negociar así.

Tras la boda, todo entre mi esposa y yo iba viento en popa. Nos casamos con la idea de vivir con sus padres. Por aquel entonces, mis padres se mudaban a la costa y vendieron su piso, repartiendo el dinero entre mi hermana y yo. Con ese dinerito y lo que puso mi suegro, logramos comprar un gran estudio en el que levantamos un tabique para hacer dos habitaciones. Pensábamos que una sería para un niño, pero la cosa no cuajó.

Al principio, simplemente no queríamos; luego nuestras carreras despegaron y no teníamos tiempo. Después, la cosa no salió, y mi mujer se negó a ir al médico. Yo tampoco estaba muy entusiasmado con la paternidad. Vivíamos felices juntos y a ninguno nos preocupaba demasiado quién nos traería un vaso de agua en la vejez. Además, nuestros amigos con hijos ahogados en deudas y poco contentos nos confirmaron que podíamos prescindir de esa “felicidad”, ya que las cosas así parecían querer quedarse.

A los treinta y tres, invertimos en un apartamento. No era una suma exorbitante, así que nos arriesgamos, aunque muchos nos advirtieron en contra. A los treinta y siete, teníamos el piso listo para estrenar. Le dimos un retoque mínimo para que quedase impecable. Mi mujer decía que era nuestro “seguro”: si teníamos un crío, genial, y si no, se lo dejaríamos a los sobrinos.

De momento, decidimos alquilarlo. Intentamos gestionarlo nosotrso sin agencia. Para dar más difusión, se lo comentamos a unos amigos, por si sabían de portales donde publicar. Y entonces vino la incómoda pregunta: “¿Podríamos mudarnos nosotros?”. Llevan años en pisos alquilados, en condiciones lamentables, y nuestro nuevo, bien reformado les pareció ideal. “¡Hasta nos haríais un descuento!”, dijeron.

Error nuestro: contarles lo del piso. No caímos en que algunos querrían instalarse.

Solo tiene una habitación, sois demasiados intentó razonar mi mujer.
¿Y qué? Ahora vivimos en un estudio. Por las fotos, el vuestro parece más espacioso.

Pero es nuevo, y vosotros tenéis niños y un gato
¿O sea, que somos unos guarros y lo vamos a destrozar?

Les dijimos que lo pensaríamos, aunque yo, personalmente, no quería ni oír hablar del tema. Había estado en su casa y era un caos. Al final, mi mujer me dejó a mí la odiosa tarea de llamar para decirles que no, con excusas poco convincentes.

La respuesta fue:

Tenéis un segundo piso, vuestros padres os dejarán el suyo cuando mueran, ¡y aún así os parece poco! Os quedaréis con vuestros pisos, secos, sin hijos, sin amigos y sin alegría.

¿Adecuado? No les debemos nada. No es nuestro problema que tengan hijos sin casa ni ayuda familiar. Cada uno vive como quiere, ¿por qué no podemos alquilar a un desconocido por un precio justo, en vez de regalárselo a los amigos?

Rate article
MagistrUm
Amigos descubrieron que alquilamos un piso con mi esposa y ahora quieren mudarse. ¿Cómo explicarles que no queremos alquilar a amigos? Siempre es más difícil negociar así.