No dejaba de repetir un mismo nombre. Cuando supimos de quién se trataba, las lágrimas rodaron solas por nuestras mejillas.
Parecía que el anciano no sobreviviría la noche. Su respiración era débil, la tos lo consumía, los labios secos por la fiebre. Pero aún así, susurraba una y otra vez:
Max Max
Al principio, pensamos que era el nombre de un ser queridoun hijo, un amigo. Con cuidado, le pregunté:
¿Quién es Max?
Con esfuerzo, apenas logró responder:
Mi fiel amigo Lo echo mucho de menos.
Entonces lo comprendimos: hablaba de su perro. Llamé a su hija, que venía apresurada desde otra ciudad. Cuando mencioné a Max, rompió a llorar:
Es nuestro golden retriever, tiene trece años.
Mientras su padre estuvo en el hospital, Max se quedó con mi hermano.
Decidimos reunirlos. La enfermera ayudó a conseguir el permiso de los médicos, y tras varias horas, la puerta de la habitación se abrió. Entró Max.
Cuando el perro vio a su dueño, ocurrió algo inesperado que nos dejó a todos sin aliento.
No dejaba de repetir un mismo nombre. Cuando supimos de quién se trataba, las lágrimas rodaron solas por nuestras mejillas.
Max comenzó a mover la cola, sus ojos brillaron. De un salto, subió a la cama y apoyó la cabeza sobre el pecho de Vicente.
El anciano abrió los ojos por primera vez en días y musitó:
Max, ¿lo encontraste?
Intercambiamos miradas con su hija. Ella preguntó:
¿A quién?
No hubo respuesta. Pero en ese instante, Vicente pareció calmarse, su respiración se hizo más profunda mientras acariciaba el pelaje del perro con fuerza.
Él ya lo salvó una vez susurró. En la nieve, cuando nadie me creía.
Tras unos días, la salud de Vicente mejoró. Max no se separó de su cama ni un momento.
Una mañana, me llamó y preguntó:
No dejaba de repetir un mismo nombre. Cuando supimos de quién se trataba, las lágrimas rodaron solas por nuestras mejillas.
¿Crees que un perro puede salvar a una persona?
Miré a Max y respondí:
Creo que lo estoy viendo ahora mismo.
Max no me salvó a mí dijo Vicente. Salvó a una chica de la calle de al lado a Lucía.
Fue hace trece años. Ella tenía dieciséis, todos pensaron que había huido. Pero yo sentí que algo andaba mal.
Nos contó cómo, día tras día, buscó a la joven con Max en los bosques y barrancos, aunque nadie le creyó.
Hasta que un día, el perro se detuvo al borde de un camino y empezó a ladrar. Entre los arbustos, encontraron un pañuelo y a Lucía, congelada pero aún respirando.
Resultó que su padrastro la había lastimado, y ella intentó escapar. La dejaron allí, en el bosque, y de no ser por Max, jamás la habrían hallado.
La chica vivió un tiempo con Vicente, hasta que una familia de acogida se la llevó.
Se escribieron por un tiempo, pero luego perdieron el contacto. Y Max la esperó toda su vida.
Le conté la historia a una amiga, y ella encontró un viejo artículo en el periódico: *”Perro guía a hombre hasta joven desaparecida”*.
Incluso había una foto.
Publiqué la historia en internetsin nombres, solo la historia de Max, Vicente y Lucía. Días después, llegó un mensaje:
Soy Lucía. Creo que hablan de mí.
Fue al hospital con su hija de cinco años. Con voz temblorosa, preguntó:
No dejaba de repetir un mismo nombre. Cuando supimos de quién se trataba, las lágrimas rodaron solas por nuestras mejillas.
¿Señor V.?
Vicente sonrió:
Max, la encontraste. De verdad la encontraste.
Desde entonces, Lucía lo visitó cada día y le dijo:
Siempre fuiste mi familia. Déjame cuidar de ti.
Con permiso de los médicos, Vicente se mudó con ella.
Max volvió a ser feliztenía un jardín, sol y una nueva amiguita que le leía cuentos.
Vicente vivió un año y medio más, rodeado de amor. Cuando partió, Max se acostó a su lado y no se movió por horas.
En el funeral, Lucía dijo:
No dejaba de repetir un mismo nombre. Cuando supimos de quién se trataba, las lágrimas rodaron solas por nuestras mejillas.
Vicente no solo me salvó la vidame devolvió la fe. Y Max me encontró dos veces.
En su jardín, colocó una placa que decía:
*”Maxángel guardián. Buen chico para siempre.”*
Y al pie, una frase pequeña:
*”No paraba de llamar a Max. No sabíamos quién era. Pero ahora nunca lo olvidaremos.”*