¿Alguna vez has visto a alguien de tu misma edad y pensado: “¡No puede ser! Yo no parezco tan mayor… ¿verdad?” 😅
Deja que te cuente lo que le pasó a una amiga mía:
Me llamo Rosario. Esperaba el autobús en la parada y, al subir, me fijé en la placa del conductor. Ahí estaba su nombre completo, y me sonó familiar.
De pronto recordé a un chico alto y guapo, de pelo negro, de quien estuve enamoriscada en el instituto… hace unos 35 años. Por un instante, me pregunté: “¿Será él? ¿Aquel chico que me gustaba en secreto?”
Pero al mirarlo bien, descarté la idea. Estaba calvo, canoso, con arrugas, algo de barriga… ¡parecía mucho mayor! Aun así, no pude evitar preguntar.
—Disculpe, ¿usted estudió en el Instituto Cervantes?
—¡Sí! —respondió él con una sonrisa.
—¿Y en qué año se graduó?
—En 1982… ¿Por qué lo pregunta?
Entonces solté:
—¡Pues fuimos compañeros!
Él me miró fijamente un momento…
Y entonces…
ESTE HOMBRE…
CALVO,
CANOSO,
ARRUGADO,
CON ALGO DE BARRIGA,
OJOS CANSADOS Y PASO LENTO…
ME MIRÓ Y PREGUNTÓ:
—¿Y qué asignatura daba usted, señora?
😑
Desde aquel día, no juzgo a nadie por su apariencia.
Pero admitiré que… ¡al día siguiente me esmeré un poco más en mi look al salir! 😉
¿No te parece un poco desgarrador? 😆
La vida nos enseña que el tiempo pasa igual para todos, pero cómo lo llevamos depende de nosotros. Vale más reírse de uno mismo que lamentarse frente al espejo.
