**12 de octubre, 2023**
A veces me pregunto si es normal que la exmujer de mi marido me esté amargando la vida.
En este pueblo pequeño cerca de Toledo, donde los rumores vuelan más rápido que el viento, mi historia de amor se ha convertido en una pesadilla. Me llamo Lucía, tengo 29 años, y me casé con Javier, un hombre que ya estuvo casado antes. Juntos tenemos un hijo, Mateo, y en teoría todo debería ser perfecto. Pero la sombra de su exmujer, que vive en este mismo pueblo, lo envenena todo. No sé si lo que pasa es normal o si estoy perdiendo el juicio.
**Amor con pasado**
Javier me conquistó con su generosidad y esa seguridad que dan los años. Es diez años mayor que yo, y su experiencia me hacía sentir protegida. Cuando nos conocimos, llevaba tres años divorciado. Su primer matrimonio con Carla duró siete años, y no tuvieron hijos. Él me contó que se separaron por sus infidelidades, y yo le creí. Nos casamos hace dos años, y poco después nació Mateo, mi pequeño sol. Pensé que el pasado estaba enterrado, pero me equivoqué.
Carla sigue aquí, en el pueblo, y su presencia lo impregna todo. Trabaja en el bar de la plaza, hace la compra en el mismo supermercado que yo, y parece saber cada detalle de nuestra vida. Noto sus miradas cargadas de desprecio cuando nos cruzamos. Al principio lo atribuí a la casualidad, pero luego empezaron cosas que me hicieron dudar de mi cordura.
**La sombra que no se va**
Todo comenzó con pequeñas cosas. Alguien escribió con tiza en nuestra verja: «Devuélvele lo que no es tuyo». Lo borré sin decirle nada a Javier, pero sentí un nudo en el estómago. Luego, en redes sociales, llegaron mensajes anónimos: «Estás en mi lugar», «Él volverá conmigo». Los bloqueé, pero el miedo crecía. Un día encontré bajo la puerta una foto vieja de Javier y Carla, abrazados y sonrientes. Cuando le pregunté, él solo encogió los hombros: «Seguro que está aburrida. No le des importancia». Pero ¿cómo no hacerlo si su sombra está en todas partes?
Lo peor ocurrió hace un mes. Estaba paseando con Mateo por el parque cuando Carla se acercó. Sonreía, pero sus palabras eran veneno: «¿Crees que es tuyo? Todavía me llama por las noches». Me quedé paralizada. Se marchó, y yo me quedé ahí, temblando. En casa, le reclamé a Javier. Juró que no hablaba con ella, que mentía para destruirnos. Quiero creerle, pero la duda me carcome. ¿Y si dice la verdad? ¿Y si él todavía la quiere?
**La familia en peligro**
Ahora vivo en un estado de paranoia. Reviso el móvil de Javier mientras duerme, observo su reacción cuando pasamos por el bar donde trabaja Carla. Me odio por hacerlo, pero no puedo parar. Mateo es mi alegría, pero ni su sonrisa logra calmar el miedo de que todo se desmorone. Mi madre, viendo cómo estoy, me dice: «Lucía, vete de ahí. Un hombre con ese pasado solo trae problemas». Pero yo quiero a Javier. Es un buen padre, un marido cariñoso, pero su pasado es como una bomba a punto de estallar.
Intenté hablar con Carla. Le escribí, le pedí que nos dejara en paz. Ella me respondió: «No sabes con quién te metes. Él siempre será mío». Sus palabras son como un veneno lento. No sé si miente o dice la verdad, pero su seguridad me aterra. ¿Por qué no lo suelta? ¿Por qué nos persigue? Y, sobre todo, ¿por qué Javier actúa como si fuera normal?
**La batalla interna**
No sé si esto es normal. ¿Estoy exagerando? ¿Quizá su ex simplemente no supera el divorcio y pronto se cansará? ¿O debo indagar más para descubrir la verdad? Temo que, si busco, encuentre algo que rompa mi familia. Pero tampoco puedo seguir viviendo con este miedo. Mis amigas dicen: «Ignórala, solo te tiene envidia». Pero ¿cómo ignorar a alguien cuya sombra está en cada rincón de mi vida?
Javier, al verme así, intenta calmarme: «Lucía, estoy contigo, te quiero». Pero sus palabras suenan huecas. Noto cómo evita hablar de Carla, cómo cambia de tema cuando la menciono. ¿Es indiferencia o hay algo que oculta? No quiero ser esa mujer que hurga en el pasado de su marido, pero tampoco quiero ser la tonta que se deja manipular.
**¿Qué hago?**
Este diario es mi grito de auxilio. No sé cómo seguir así. ¿Irme de Javier? ¿Enfrentarme a Carla? ¿Hablar con él otra vez, pero cómo obligarle a ser sincero? Quiero proteger a Mateo, a nuestra familia, a mí misma. Pero, ¿cómo hacerlo si no distingo la verdad de la mentira? A los 29 años soñaba con una familia feliz, y ahora me siento como en una película de terror donde el enemigo es un fantasma del pasado.
No sé si es normal lo que ocurre. Pero sé una cosa: no puedo vivir más con este miedo. Quizá mi próximo paso sea un error, pero lo daré, aunque sea para recuperar mi paz. Carla, Javier, mi corazón… alguien miente, y encontraré la verdad, aunque me destroce.