Dos caras de la soledad Alejandra se quedaba mirando el espejo mientras se mordía el labio inferior.

¡Te has marchado del instituto por culpa de ese amor!¡Te enviamos a estudiar, no a casarte!

Conrado estaba reclinado en su silla de ruedas, mirando a través del vidrio empañado del cuarto de hospital.

Hace casi ocho años que me casé con Javier. Un hombre bueno, siempre dispuesto a ayudar, de corazón generoso.

**Diario de un hombre** Una noche de lluvia en un pueblo pequeño, una joven camarera llamada Lucía Mendoza

Cuando se cierra la puerta tras Carmen Navarro, en la oficina quedan solo tres personas: Sofía, su hija

Pedro me dice tranquilamente, casi con ternura: ¿Por qué tienes que trabajar, cariño? Yo gano bastante.

El hospital a las dos de la madrugada estaba siempre demasiado callado, sólo el latido regular del monitor

Ricardo Salazar permaneció inmóvil durante mucho tiempo. El mundo en el que creía poder comprarlo todo

¡Adónde vais! ¡Hemos venido a visitaros! exclamó Concepción con una sonrisa forzada. ¡No soporto a tu hermana!









