Después de veintiún años de matrimonio, una noche mi mujer, Lucía, me soltó: «Tienes que invitar a otra

Marina había decidido que solo nosotros teníamos que mimar a sus hijos. La hermana de mi marido determinó

¡Debería haberme preparado antes para la llegada del bebé! Mi salida del hospital fue bastante peculiar.

Levanté de la cama a mi suegra. Pero estoy enfadado, porque no desbrocé el huerto. ¿Pero qué haces aquí?

¿Y el piso? ¿El del cuarto? preguntó el chico del que tanto había oído hablar. Yo soy la superflua confesó

De mi reflejo en el espejo me devolvía la mirada una mujer hermosa de treinta y cinco años, pero con

La tan esperada nieta Carmen Díaz no dejaba de llamar una y otra vez a su hijo, que se encontraba de

Diario personal, 14 de marzo Hoy, pensando en todo el camino que me ha llevado a este momento, me doy

¡¿Adónde vais?! ¡Hemos venido a visitaros! ¡No soporto a tu hermana! exclamó Lucía, haciendo una mueca.

¡Andrés, ponte la gorra, hijo, que hace un frío que pela! No te preocupes, mamá, si no me helé en los










