Llevo casi 13 años casada. Durante casi todo este tiempo hemos vivido con los padres de mi esposo. Solo en dos ocasiones intentamos mudarnos a vivir solos, pero en esos momentos ellos empezaban a quejarse de que la casa era demasiado grande para ellos, y terminábamos regresando.
Mi suegra es una buena persona. Rara vez hemos discutido. Ambas sabemos que hay ciertos temas y dinámicas familiares delicadas, así que preferimos no hablar de ellos. Compartimos las tareas del hogar: cocinar, lavar la ropa, limpiar, etc. La única dificultad real con mi suegra es su necesidad de controlarlo todo.
Durante mucho tiempo, esto no me molestó demasiado, e incluso a veces me resultaba conveniente. Desde su punto de vista, no cocino lo suficientemente bien, pienso diferente en muchas cosas y tengo una forma de ser que no le agrada.
Por eso, preferí trabajar más y traer dinero a casa para la comida en lugar de cocinar. Pensaba que no valía la pena desgastar la relación, ya que de todos modos nunca estaría satisfecha: criticaría todo y, al final, tiraría la comida o se la daría a los perros.
Con el tiempo, empecé a notar que mi esposo solo se aconsejaba y hablaba con su madre y su hermano. Entraba en la habitación y los veía conversando los tres juntos, pero en cuanto yo aparecía, se callaban y esperaban hasta que me fuera para seguir hablando.
Cuando le pregunté a mi esposo qué estaba pasando, me respondió: “Nada, solo estábamos recordando cosas en familia”. Y su madre agregó: “Igual no lo entenderías, así que no tiene sentido hablarlo contigo”.
Intenté varias veces conversar con mi esposo sobre nuestra relación, pero siempre evitaba el tema, diciendo: “¿Para qué hablar contigo? Solo mi madre me entiende de verdad”.
Los últimos tres años no ha trabajado y ha empezado a beber. Intento no contrariarlo, pero parece que cualquier cosa que haga lo irrita. Su madre dice que debería estar agradecida de que al menos bebe en casa y no en la calle, porque así lo puede vigilar. Pero yo veo que cada vez está peor.
Tenemos un hijo, y no quiero que crezca viendo a su padre en ese estado. Intenté hablar con mi suegra, y parecía estar de acuerdo en que esto no está bien. Pero cuando le pedí que hiciera algo al respecto, me respondió que la del problema soy yo, que estoy mal acostumbrada. “Mi hijo está en casa, no sale, no te engaña… ¿qué más quieres?”
Hace poco hubo una situación muy incómoda, y por primera vez crucé un límite que mi suegra nunca ha permitido cruzar. No soporta que alguien cuestione su forma de actuar o que no le obedezca. No le falté el respeto ni usé insultos, simplemente los llamé a ella, a mi esposo y a su hermano “la santa trinidad”, porque creen que siempre tienen la razón en todo. Y esto aplica a todos los aspectos de la vida y a todas las personas.
Mi suegra me dijo que hubiera preferido que la insultara con una mala palabra antes que ofenderla de esa manera.
Luego me dijo que hiciera mis maletas y me fuera a donde quisiera. Ahora soy la enemiga número uno en la casa.
Podría alquilar un departamento y mudarme con mi hijo, pero no lo veo como una solución. Quiero salvar a mi familia. Amo a mi esposo, pero él ha dicho claramente que o vivimos juntos (él y su madre incluidos) o me tengo que ir.
Perdón si este mensaje es confuso, pero no sé qué hacer. Quiero mantener unida a mi familia, pero ya no puedo seguir viviendo así. Mi esposo siempre responde lo mismo: “Acéptalo y vive en silencio para mantener la paz”.
Gracias de antemano por la respuesta.