Llevo cuatro años casada y todo este tiempo he mantenido a mi marido.
Tengo 32 años, y desde hace cuatro estoy casada con un hombre que se ha convertido en una carga. Soy Lucía, vivo en Sevilla, y todo este tiempo he llevado sola el peso de la economía familiar. Mi marido, Alejandro, es ocho años mayor que yo, y estoy harta de aguantar en silencio su irresponsabilidad. Hoy no pude más y por primera vez le pedí dinero, pero en lugar de apoyo, solo recibí reproches y amenazas de irse. Mi vida se ha convertido en un drama, y no sé cuánto más podré soportarlo.
Llevamos cuatro años casados, pero nunca me he sentido protegida ni querida. Alejandro ya estuvo casado antes y tiene una hija de su primer matrimonio. Cuando se separó, volvió a casa de sus padres, y cuando salíamos, me hacía creer que se quedaba en casa de un amigo. Más tarde descubrí que era mentira, pero en su momento lo pasé por alto, pensando que el amor lo arreglaría todo. Alejandro trabaja como comercial en una gran empresa, y su trabajo es puro estrés. Se enfada con facilidad, monta escenas y descarga sus emociones conmigo. Nunca he recibido su apoyo ni cuidados, y su carácter explosivo ha sido una prueba muy difícil para mí.
Cuando he pasado por momentos complicados y más lo he necesitado, Alejandro simplemente cogía sus cosas y se iba a casa de su madre. Una vez no aguanté la separación y a la semana le suplicaba que volviera. Vivimos en mi piso, que compré antes de casarnos, y yo me encargo de pagar todas las facturas y la compra. Alejandro nunca me ha enseñado su dinero. Dice que lo ahorra para nuestro “sueño común”: una casa en Sierra Nevada, donde supuestamente seríamos felices. Pero cada día dudo más si algún día veré esa casa. Sus palabras suenan a promesas vacías, y estoy cansada de creer en cuentos.
El invierno pasado, las facturas subieron, y armándome de valor, le pedí a Alejandro que ayudara con los pagos. Me lo prometió, pero pasó un mes y nunca vi el dinero. Mi paciencia se agotó. No puedo seguir manteniendo a un hombre adulto que vive a mi costa. ¿Qué pasará si tenemos hijos? ¿Tendrán que trabajar desde pequeños para mantener a su propio padre? ¡Es ridículo! A final de mes estallé y le pregunté directamente si iba a pagar la hipoteca. En lugar de responder, se enfureció, me acusó de desagradecida y empezó a hacer las maletas, amenazando con irse otra vez.
No entiendo por qué me trata así. ¿Qué he hecho para merecer esto? Mi corazón se parte de dolor e incomprensión. No puedo seguir tolerando esta injusticia, pero cada ida y venida suya me destroza un poco más. Cuatro años cargando yo sola con todo, pero ahora estoy al límite. ¿Cuánto podré aguantar antes de que mi vida se desmorone bajo su indiferencia?







