“¡Deja la crema agria!” Después de una cena familiar con mis padres, mi mujer recogió y se fue

El fin de semana pasado mi mujer y yo fuimos a casa de sus padres a cenar en familia. Justo entonces tuvimos un malentendido. Todo empezó como siempre, nos sentamos a la mesa y hablamos de todo tipo de cosas. Pero de alguna manera todo se redujo al hecho de que necesito cambiar de trabajo, y este tema fue planteado por mi esposa.

Este tema no era del todo descabellado. El caso es que hace poco se planteó la cuestión de construir una casa de baños para los padres. Hace tiempo que queríamos llevar a cabo este plan, pero este año mi mujer decidió que no tenía sentido seguir esperando.

Dicho esto, íbamos a mejorar el coche antes del invierno según las necesidades. Y en verano planeamos ir al mar, ya que hace 3 años que no vamos. Lo más importante es que en nuestra familia sólo trabajaba yo.

Estaba contento con tal arreglo (me refiero a mi trabajo, no me quejo). Pero debido a las circunstancias comprensibles en el trabajo ahora la empresa tiene algunas dificultades, por lo que parte de los empleados se redujeron, y el resto de los salarios reducidos por un período indefinido de tiempo.

En consecuencia, mi esposa, dejé claro que tenemos ahorros. Pero serán suficientes para un modesto viaje al mar, y, si no hay subida de precios, para un coche en el paquete más presupuestario, que estábamos considerando.

Ella, por su parte, priorizó el baño de los padres por encima de nuestros planes. No aprobé esta postura, la conversación terminó con ella reprochando mi pereza y falta de voluntad para encontrar un nuevo trabajo para que la familia tenga suficiente para todo.

No me gustó, y entonces dije terminantemente que esas decisiones eran y siguen siendo mías. Se puede decir que nunca llegamos a un compromiso. De hecho, en la mesa se repitió la misma historia. No pude responder con calma y le dije a mi esposa que sus padres ya reciben una ayuda considerable de nuestra parte todos los meses. En el calor del momento dije que probablemente toda la mesa está puesta casi a mi costa.

No debería haber hecho eso, pero no había vuelta atrás. En ese momento tenía crema agria en la mano, y ahí fue donde mi cónyuge comenzó su emotivo discurso. Estaba tan ofendida, que escuché muchas cosas interesantes sobre mí. No escuché durante mucho tiempo, me fui en silencio a nuestro apartamento.
Allí recogí las cosas de mi mujer y se las llevé a sus padres. Creo que por esas tonterías mi mujer no debería hacer esas conversaciones y comportarse así, creo que es inaceptable. Ahora estoy de vuelta a casa, es difícil pensar en algo, decidí compartir en el artículo.

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