Se negó a casarse con su novia embarazada: mientras la madre lo apoyaba, el padre defendía al futuro bebé.

Se rehusó a contraer matrimonio con su novia encinta. La madre lo respaldó, pero el padre defendió al futuro infante.
Papá, tengo algo que contar. La vecina, Lucía está esperando. De mí anunció Javier al entrar en casa.
Marcelino, su padre, quedó inmóvil un instante antes de responder serenamente:
Pues cásate con ella.
¿Estás bromeando? Soy todavía joven. No es momento para fundar una familia, y ni siquiera estamos saliendo formalmente
¿En serio? el padre dibujó una sonrisa gélida. Cuando querías conquistar a una chica eras todo un hombre, pero al llegar la responsabilidad te conviertes en niño. Muy bien. Sin decir más, llamó a su esposa con voz firme: ¡Carmen! ¡Ven aquí!
Carmen ingresó a la cocina, secándose las manos con el delantal:
¿Qué sucede?
Mira. Nuestro hijo dejó embarazada a una muchacha y ahora se niega a casarse. Lucía, la hija de los vecinos. Y él quiere ocultarse como un cobarde.
Carmen no se sorprendió. Su semblante se endureció:
Y tiene razón. ¿Por qué aceptar a la primera que aparezca? Las mujeres de hoy son astutas: buscan a alguien con dinero, quedan embarazadas y luego exigen matrimonio. Después resulta que el niño ni siquiera es suyo. Que se haga una prueba. Además, no debemos presionar a Javier; todavía es joven. Es hombre, y resistirle es difícil. Pero no estamos obligados a mantener a hijos ajenos.
Marcelino inhaló profundo y murmuró:
¿Y si realmente es su hijo?
¿Qué importa? ¿Acaso tenemos que cargar con esa carga? Dile que se haga los análisis y lo averiguaremos.
Dió la vuelta y volvió a la cocina, dejando a Marcelino solo con su hijo.
Sabes, yo también fui joven alguna vez comenzó él. Amé a una, pero me casé con otra. No por pasión, sino por deber. Porque ser hombre no solo implica deseo, también decisiones y consecuencias. Tu madre estaba encinta. No sabía si podría estar con ella, pero una cosa tenía clara: el niño no tenía culpa. Mi sangre, mi conciencia. Y, Javier, a pesar de todo, nunca me arrepentí de quedarme.
Transcurrieron tres meses. El examen de ADN arrojó una respuesta inequívoca: con un 99,9% de probabilidad, Javier era el padre del hijo de Lucía.
¿Y qué? bufó Carmen al recibir el informe. Sí, es el padre, pero eso no significa que Lucía viva aquí. No entrará. ¡Yo lo he dicho!
Javier permaneció sentado, evitando la mirada de su padre. Su gesto indicaba que había tomado partido por su madre. Apretó los puños, pero guardó silencio.
Marcelino se levantó despacio de la mesa:
Si ustedes ya tomaron su decisión, escuchen la mía.
Su voz, grave y firme, resonó:
Mientras yo respire, mi nieto no sufrirá necesidad. Compraréis un terreno, construiré una casa y élmi sangretendrá todo lo que he conseguido. Ya no podrán contar con mi ayuda. Me niego a ser parte de esta vergüenza. Javier, a partir de hoy ya no eres mi hijo. Todo lo que poseo será para ese niño. No verán ni un euro de mí.
Carmen explotó:
¿Estás en tu sano juicio? ¿Quieres desheredar a tu propio hijo?
Marcelino no respondió. Simplemente se giró y se marchó, ignorando los gritos y los insultos. Javier quedó allí, inmóvil, sin poder creer que su padre hubiese dicho eso. Pero lo sabía: si Marcelino lo anunciaba, lo cumpliría.

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MagistrUm
Se negó a casarse con su novia embarazada: mientras la madre lo apoyaba, el padre defendía al futuro bebé.