Mírala se cree importante. Pobrecilla, con ese maletín tan gastado. Carmen escuchó esos susurros mientras apretaba con más fuerza su maletín ajado. No era de lujo, ni reluciente, pero para ella contenía todo su porvenir. Soñaba con ser empresaria, aunque no tenía techo, ni un duro, ni siquiera un rincón donde dormir.
Un día, supo de un encuentro en Madrid donde los grandes magnates compartirían secretos para emprender. *Iré*, pensó. Llegó con su ropa humilde y su maletín bajo el brazo. La gente soltó risitas, cuchicheó y la miró con desdén.
A pesar de todo, avanzó con determinación hacia el escenario.
Quiero decir algo rogó. El presentador la cortó en seco:
Aquí no dejamos hablar a cualquiera sin reputación.
Entonces, un hombre de traje impecable, don Rodrigo Márquez, se levantó:
Si tuvo el valor de presentarse, merece ser escuchada.
Le pasaron el micrófono. Carmen inspiró hondo, abrió su maletín y sacó un plano doblado con esmero.
Hace meses, tuve una visión. Vi un coche como jamás se había fabricado y sé cómo hacerlo realidad.
Don Rodrigo examinó los trazos y se quedó sin palabras.
Esto supera todo lo visto hoy.
La invitó a comer, escuchó su historia y, antes de que anocheciera, firmaron un contrato. En menos de un año, Carmen era dueña de la mayor concesionaria de Sevilla. Nunca abandonó su viejo maletín: le recordaba sus orígenes.
Recuerda: muchos te juzgarán por las apariencias, otros se mofarán de lo que no comprenden, y habrá quien te cierre las puertas antes de oírte. Pero si crees en tu sueño y tienes el coraje de luchar por él, un día esas mismas voces que te menospreciaron verán tu triunfo y tú caminarás orgullosa, sabiendo que nunca permitiste que nadie apagara tu luz.
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