Mi suegra considera a mis hijos como “nietos de segunda”
La familia de mi esposo es verdaderamente excepcional. Aunque mis suegros tienen una hija, desde el principio me acogieron como si fuera su propia sangre.
Mi suegra es una mujer de una sabiduría poco común. Nunca hemos tenido un solo conflicto, ni siquiera la más mínima discusión. Sabe cómo hacer sus observaciones con tanta delicadeza y tacto que siempre las he recibido con serenidad.
La hermana de mi marido se casó hace ya años. Sin embargo, fuimos nosotros quienes les dimos sus primeros nietos, pues su hija prefería vivir para sí misma y aún no se sentía preparada para la maternidad.
Mis suegros adoran a mis hijos. Les colman de regalos y hacen todo lo posible por verlos felices. Sin embargo, su madre no deja de repetirme:
—¿Cuándo será que Lucía nos dé nietos? Ya tiene treinta años, debería pensarlo.
Al fin llegó la tan esperada alegría: Lucía estaba embarazada. Todos recibimos la noticia con entusiasmo, hasta mi pequeña hija, que esperaba con ilusión la llegada de su primo o prima.
Pero entonces sucedió algo que me dejó profundamente afectada.
Un día, mientras paseaba con mi hijo por el parque, me encontré con una conocida. Tras saludarnos, me preguntó si Lucía había dado a luz. Le respondí que faltaba poco. Entonces, añadió con cierta condescendencia:
—¿Y cómo te sientes? Sabes que todo será distinto ahora, ¿verdad? Para tus suegros, ese será su primer nieto “de verdad”, su propia sangre.
La miré con incredulidad.
—¿Qué quieres decir con “de verdad”?
—Pues que, aunque tú les diste nietos, ahora nacerá el hijo de su hija. ¿No notas la diferencia?
Sus palabras me dejaron perpleja. ¿Acaso los hijos de la hija importaban más que los del hijo? ¡Qué absurdo!
Aunque sigo convencida de que nada cambiará entre mis suegros y yo después del nacimiento, aquella conversación dejó en mí un doloroso regusto.
¿De verdad hay abuelas que distinguen entre sus nietos, valorando más de quién descienden?