Una carta que lo cambió todo: historia escolar de amor y envidia

*Diario personal*

Hoy, como siempre, Javier revisaba su mochila cuando, entre los cuadernos, encontró un papel doblado. Al abrirlo, sintió un vuelco en el pecho: «¡Hola! Me gustas mucho. Si quieres vernos, espero hoy a las cuatro detrás del colegio».

Se quedó perplejo. ¿Quién podía haberlo escrito? La curiosidad pudo más, y a la hora señalada ya estaba allí. De pronto, apareció Lucía, la nueva, tímida y silenciosa.

—¿Fuiste tú quien me escribió? —preguntó con cautela.
—¿Qué? —Lucía parecía confundida—. ¡No, claro que no!

—Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿Me estabas esperando?
—Bueno… Claudia me dijo que yo te gustaba… —susurró, ruborizándose hasta las orejas.

Javier frunció el ceño. La situación se volvía más extraña por segundo.

**El cambio que lo transformó todo**

Lucía se mudó a otro barrio cuando sus padres compraron un piso más grande. Aunque ahora vivían mejor, su antigua escuela quedaba lejos. Sus padres insistieron: si había un colegio cerca, debía estudiar allí.

Ella se resistió. Cambiar de instituto en cuarto de la ESO, cuando todos ya tenían sus grupos, le daba miedo. Pero no la escucharon.

—¡Harás amigos! —dijo su madre—. ¡Eres una chica sociable!

Pero su madre se equivocaba. A Lucía siempre le costó conectar con la gente. En el nuevo instituto, no encajó.

Al principio, despertó curiosidad, pero ella respondía con monosílabos, evitando miradas. Poco a poco, la ignoraron.

No le importaba. Era diferente. Callada, observadora, admiraba en secreto a Javier, el alma de la clase, alegre y abierto.

Le gustaba. Mucho. Pero ni siquiera se atrevía a hablarle.

**Los celos entre las paredes del instituto**

Claudia, segura de sí misma y popular, lo notó. A ella también le gustaba Javier, aunque solo eran amigos.

Al ver las miradas furtivas de Lucía, sintió rabia. Decidió darle una lección.

—¿Le gastamos una broma? —propuso a sus amigas—. Le dejamos una nota a Javier de una “admiradora secreta” y a Lucía le decimos que él está enamorado de ella. ¡Veremos cómo reacciona!

Sus amigas dudaron, pero al final aceptaron. Claudia se acercó a Lucía con falsa dulzura:

—He oído que le gustas a Javier. ¿Quieres que lo confirme?

Los ojos de Lucía brillaron. Eso enfureció a Claudia.

—Te citará —dijo—, pero no se lo digas a nadie. Detrás del colegio, a las cuatro. ¿Vale?

—Vale —susurró Lucía, feliz, nerviosa, confundida.

**Un final inesperado**

Al día siguiente, Claudia metió la nota en la mochila de Javier. Él la leyó, sorprendido e intrigado.

Fue. Y la vio a ella. Ella a él.

—¿Tú escribiste esto?
—No… Me dijeron que tú…

Javier lo entendió todo. Suspiró. Ya conocía las artimañas de Claudia.

Pero Lucía había ido. ¿Significaba algo?

—Si viniste, ¿es porque yo te gusto? —sonrió.

Lucía enrojeció. Quiso huir, pero él la detuvo.

—Ya que estamos aquí… ¿quieres dar un paseo?

Claudia, escondida, grabando todo, se quedó muda. No era el plan. No debía ser así.

Lo peor vino al día siguiente: Lucía y Javier entraron juntos al instituto. Riendo. Y se sentaron uno al lado del otro.

**Las consecuencias**

—¿Lo hiciste a propósito? ¿Para vengarte? —le espetó Claudia a Javier en el recreo.

—No, tú nos presentaste. Gracias, en serio. Nos llevamos genial.

Claudia no lo creía. Esperaba que todo terminara, que fuera una farsa.

Pero pasaron meses. Siguieron juntos. Acabaron el instituto. Se casaron.

Y solo entonces Claudia entendió: su broma le había salido mal.

**La moraleja**

Antes de burlarte o vengarte, piénsalo bien. A veces, el destino pone todo en su lugar.

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Una carta que lo cambió todo: historia escolar de amor y envidia