Ya tiene 35 años y ni hijos ni esposa
Hace una semana, me encontré con mi hijo en la casa de mi suegra en un rincón de Salamanca donde las paredes parecían de pan de oro y los relojes tenían agujas que giraban al revés. Allí estaba una amiga de la juventud de mi suegra, que llegó envuelta en una bufanda que parecía hecha de hilos de nubes y olía a pan recién horneado en la Plaza Mayor. Aquella mujer pasó todo el día revoloteando en los sueños y juegos de mi hijo.
Qué pena, no tengo nietos, suspiró la amiga de mi suegra, y de su boca salieron peces de colores.
La amiga trajo al mundo un hijo cuando ya tenía bien superados los treinta. Lo deseó tanto, que cuando nació, parecía que los pájaros de la Catedral Vieja le cantaban solo a él. Acabó por dejarle hacer a su voluntad, como si cada día fuera domingo. El padre se desvaneció pronto, como el humo de la noche, dejando a la madre sola con el niño, viviendo de dos trabajos y tres sueños robados.
Cuando el muchacho cumplió 35 años, la madre se atrevió a preguntarle cuándo podría esperar ver correr nietos ojos grandes de aceituna y rodillas peladas entre sus cortinas bordadas.
Él respondió, como si recitara un poema antiguo:
Nunca.
El hijo le explicó, con calma castellana, que su propia crianza le había amarrado las alas, que su madre le había hecho eternamente niño, flotando como una cometa atada al balcón familiar.
Me he acostumbrado a un vivir sencillo. Ninguna mujer querría ser mi segunda madre dijo el hombre, y de su voz llovían aceitunas amargas.
Con voz baja, añadió que en realidad eso era lo que mejor le sentaba y que no cambiaría su vida por nadie.
No necesito a nadie salvo a ti cerró, con palabras que sonaron a campanas viejas en la siesta.
La madre, con lágrimas de leche y miel en los ojos, susurró para nadie:
Se me pasó enseñarle lo principal: ¡ser un hombre!
¿Crees tú también que el amor de madre en exceso puede llegar a proteger tanto a un hijo, que nunca le deja descubrir la extraña valentía de ser uno mismo?
Espero con ganas leer tus opiniones, envueltas en la brisa de los comentarios.







