Vanessa regresa antes de lo previsto de un viaje de trabajo y encuentra un bebé en su casa.
Al adelantar su regreso de París, Vanessa imaginó la sorpresa de su esposo Eric bajo el cálido sol de Niza. Tras semanas agotadoras, anhelaba abrazarlo y dormir en su cama. Llegó pasada la medianoche, entrando en silencio para evitar despertarlo. Quería ser una sorpresa.
Pero nada la preparó para lo que vio.
La luz de la luna iluminó la escena: Eric dormía profundamente… y a su lado, un bebé arropado en una manta azul.
El corazón de Vanessa se aceleró. No tenían hijos. Él creció en orfanatos. ¿De quién era ese niño?
Lo sacudió con urgencia:
¡Eric! ¿Qué hace un bebé aquí?
Aturdido, él explicó: alguien lo dejó en su puerta días atrás. No llamó a la policía porque el niño lloraba, necesitaba cuidados…
¿Y no pensaste avisarme? preguntó ella, desconcertada.
Él prometió hablar al día siguiente. Aún con dudas, Vanessa cayó rendida.
A las 7:03 a.m., una voz femenina la despertó:
Debes decirle la verdad insistía la mujer.
Esperaré los resultados del ADN respondió Eric.
Vanessa se acercó sigilosamente a la sala…
La desconocida, María, resultó ser la hermana perdida de Eric. Una reunión casual en el supermercado reveló su conexión. Le había pedido que cuidara a su hijo Leo mientras confirmaban el parentesco.
El examen lo corroboró: eran hermanos.
Aliviada, Vanessa vio nacer una nueva familia. Eric abrazó su papel de tío, y Leo se convirtió en un frágil pero preciado lazo entre vidas que el destino había separado.
Un viaje rutinario… y un regreso que lo cambió todo.