Ella lleva una semana en silencio… ¿Qué debo hacer si me rechaza y oculta la verdad?
Llevo viviendo con Clara tres años. En todo este tiempo, jamás he dudado de mis sentimientos hacia ella. Estaba seguro de que era la persona por la que estaba dispuesto a cambiar mis planes, mi carácter, y mi hogar. Alquilamos un piso, nos establecimos, hablábamos del futuro. Incluso dejamos de usar anticonceptivos porque ambos entendíamos que éramos más que una pareja; éramos una familia. Y soñaba con que algún día fuéramos tres.
Pero esta semana la inquietud se coló en mi vida. Todo ocurrió por casualidad. Clara me pidió que buscara un mechero en su bolso y, como siempre, lo hice sin pensar. Nunca había invadido su espacio personal: ni su bolso ni su teléfono. El respeto es la base del amor. Sin embargo, en ese momento, el bolso se me escapó de las manos y su contenido se desparramó por el suelo. Entre todo, un delgado sobre con resultados médicos. Documentos de una clínica privada, con sellos y una fecha reciente.
Cuando regresó a la habitación y vio todo, algo en ella se cerró al instante. Se puso pálida, agarró los documentos como si fueran un arma que yo había sacado contra ella. No preguntó ni explicó. Simplemente se cerró en sí misma. Y desde entonces, ni una palabra. Ni sobre médicos ni sobre lo que sucedía. Ha pasado una semana de aplastante silencio.
Tengo miedo de hacer preguntas. No porque no quiera saber la verdad, sino porque podría enojarse y huir de la conversación. Tiene un carácter así: si la presionas, se cierra como una concha. Y yo no quiero peleas. Quiero cercanía. Esa cercanía genuina que solo existe entre personas que confían entre sí.
¿Y si está enferma? ¿Y no sabe cómo decirlo? ¿Y si las pruebas mostraron algo terrible? O… ¿al contrario, está embarazada y quería darme una sorpresa? O, peor aún, ¿no es mi hijo? Mi mente se vuelve loca con especulaciones. No reconozco su mirada, sus pasos. Antes compartía todo conmigo, bromeaba, jugaba. Ahora es una extraña.
No soy solo su novio. Soy el que hizo planes con ella, el que deseaba ser el padre de sus hijos. Y si está ocultando algo, eso me hiere, porque nunca le he mentido. Desde el principio le dije: “Me traicionarás, y me iré. Sin gritos, sin venganza. Simplemente desapareceré”.
No he escuchado sus conversaciones, ni revisado sus teléfonos, ni la he interrogado. Confiaba. Pero ahora su silencio es la peor tortura. Cada día es como caminar en un campo minado. Ella finge que todo está bien: prepara café, dobla la ropa, sonríe a la vecina. Pero a mi lado, solo silencio. Ligero como el susurro, y ardiente como el ácido.
Ayer intenté hablar con ella. Empecé con cuidado, con una broma, como suelo hacer. Le pregunté si le apetecía dar un paseo por el paseo marítimo como antes. Me contestó: “Me duele la cabeza”. Y de nuevo se cerró en sí misma.
Tengo miedo de dar un mal paso. Una palabra torpe, y podría perderla. Pero ya no tengo fuerzas para esperar. Por las noches me acuesto junto a ella, escucho su respiración y rezo para que vuelva a ser la que amo. Que seamos nosotros. Y no yo, y un muro entre nosotros.
Tal vez me digas: “Simplemente pregúntale”. Pero, ¿cómo? ¿Cómo decirle a la mujer que amas: “Siento que ocultas algo, y tengo miedo”? ¿Cómo hacerlo sin que piense que la estoy acusando, y entienda que estoy preocupado? Que mi corazón tiembla de miedo a que le pase algo.
No quiero ser otro hombre que presiona, grita, rompe. Quiero ser su apoyo. Pero ¿cómo, si no deja que me acerque? Dime… ¿qué hacer, cuando entre dos personas no hay distancia, sino silencio?
La amo. La amo hasta doler. Y quiero creer que es solo miedo. Que pronto me abrazará y dirá: “Solo estaba confusa”. Pero si es otra cosa… ¿podré perdonarlo? ¿Podré olvidarlo? ¿O será el momento en que “nosotros” se convertirá en “éramos”?”