Una niña le contó a la policía que vio a un hombre con máscara bajo su cama: nadie le creyó hasta que revisaron las grabaciones de las cámaras de seguridad

**Diario de un agente**
Era una noche cualquiera en Madrid. Las calles se bañaban en la luz dorada de las farolas, y la gente seguía con su rutina: unos paseaban a sus perros, otros volvían del trabajo, algunos charlaban frente a la tienda de la esquina. Nuestro coche patrulla, un todoterreno gris con la franja característica, avanzaba despacio junto a la acera. Dentro, íbamos mi compañero, el agente Gutiérrez, y yo, el agente Martínez.
Parece que hoy está tranquilo bostecé, mirando por la ventana.
Ojalá fuera siempre así sonrió Martínez, pero esto suele ser la calma antes de la tormenta.
No había terminado de decirlo cuando una niña pequeña salió corriendo de un portal. Tendría unos cinco años, pelo castaño, pijama de conejitos y los pies descalzos. El miedo le pintaba la cara.
Corrió directa hacia nosotros. Frené en seco y saltamos del coche.
Eh, ¿estás bien? Martínez se agachó a su altura.
¿Vosotros sois policías, verdad? jadeó, casi sin aire.
Sí, cariño. ¿Qué pasa?
Hay hay un hombre debajo de mi cama. Lleva una máscara. Lo he visto.
¿Dónde están tus padres? fruncí el ceño.
Mamá está en el baño. Le grité, pero me dijo que no la asustara.
Intercambiamos una mirada. Podía ser una fantasía infantil, pero sus ojos temblaban de terror.
¿Cómo era? preguntó Martínez con suavidad.
Ropa negra. Máscara como de ninja. Me desperté y lo vi arrastrándose bajo la cama. Pensó que dormía
¿Y saliste corriendo? intervine.
Sí. Me escondí en el armario, pero luego os vi desde la ventana
Vale asintió Martínez. Vamos a comprobarlo. Más vale prevenir.
El piso estaba en el tercero. Su madre, una mujer asustada y avergonzada en bata, nos aseguró que no había oído nada y que pensó que su hija, Lucía, solo temía a la oscuridad.
Últimamente dice que hay cosas escondidas en los rincones se disculpó. Tiene mucha imaginación.
Revisamos la habitación con linternas. Bajo la cama, no había nadie.
Quizá se escapó susurró Lucía, desde la puerta. Pero yo lo vi. ¡De verdad!
Iba a bromear, pero Martínez me detuvo con un gesto.
Espera. Revisemos las cámaras. Esta niña no miente.
Lo que vimos en las grabaciones nos dejó helados. Quince minutos antes de que Lucía saliera, las cámaras de seguridad captaron un robo en el edificio de al lado. Dos ladrones, vestidos de negro, salieron corriendo con bolsas. En otra cámara, uno de ellos vio nuestro coche, se desvió bruscamente y trepó por una tubería hasta una ventana abierta. La misma ventana del piso de Lucía.
Ahí está respiró Martínez. Entró hace menos de un minuto.
En la siguiente toma, se veía cómo saltaba por una ventana opuesta y huía.
Al día siguiente, lo detuvieron. Su cómplice, arrestado esa misma noche, lo delató para conseguir un trato.
**Lección aprendida:** Nunca creas que el miedo de un niño es solo imaginación. A veces, la verdad es más aterradora que los cuentos.

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MagistrUm
Una niña le contó a la policía que vio a un hombre con máscara bajo su cama: nadie le creyó hasta que revisaron las grabaciones de las cámaras de seguridad