Un perro salió corriendo a la carretera y casi fue atropellado: frené en seco, el can me miró y ladró con fuerza, pero luego descubrí esto en la hierba…

Hacía tiempo que aquel suceso había ocurrido, pero aún lo recordaba como si fuera ayer. Iba por la carretera, cerca de Toledo, cumpliendo con mis quehaceres cotidianos. La vía estaba casi desiertasolo algún que otro coche pasaba de vez en cuando, y en la radio sonaba un pasodoble que me era familiar. Mi mente estaba en calma, distraída, sin prestar mucha atención al camino.
Pero de pronto, algo inesperado sucedió.
Un perro apareció de la nada, cruzando la carretera justo delante de mí. Pisé el freno con fuerza, las ruedas chirriaron, y el coche se detuvo a escasos centímetros de él. Casi lo atropello.
Lo curioso fue que el animal no se inmutó. Permaneció quieto frente al capó, mirándome fijamente con ojos brillantes. Ladraba con furia, como si quisiera decirme algo.
“¿Está rabioso?”, pensé, y dudé si bajar del vehículo. Sin embargo, algo no encajaba. Su mirada no era de locura, sino de desesperación, casi suplicante, como si intentara advertirme de un peligro.
Me di cuenta de que no era un perro callejero. Era un pastor catalán, bien cuidado, de pelaje blanco y negro. Tenía dueño, sin duda.
Pero ¿por qué ladraba así?
Entonces, algo llamó mi atención en la cuneta. Entre la hierba había un bulto. Al principio creí que sería algún objeto perdido, pero al fijarme mejor, la sangre se me heló en las venas. Allí, sobre el pasto, yacía Fue entonces cuando entendí el comportamiento del perro.
Era un bebé. No tendría más de seis meses, y yacía torpemente en la tierra, estirando sus manitas hacia adelante.
Todo cobró sentido de inmediato.
El niño había gateado desde la casa cercana. El perro lo había visto y salió tras él, y al notar que el pequeño se acercaba peligrosamente a la carretera, el animal se lanzó al asfalto, arriesgando su vida para detener a los coches.
No ladraba sin motivosuplicaba ayuda.
Bajé rápidamente, tomé al niño en brazos. Estaba ileso, solo asustado. El perro cesó sus ladridos y comenzó a gemir suavemente.
Me acerqué a la casa y llamé a la puerta. Al poco, apareció una mujersu madre. Al verme con el niño en brazos, palideció y luego rompió a llorar, entre el susto y el alivio.
Le conté lo sucedido y señalé al perro, que seguía atento, observando al pequeño como si velara por él.
La mujer se abalanzó hacia el animal, lo abrazó y murmuró entre lágrimas:
Lo salvaste
Y en ese instante comprendí: no era solo un perro leal. Era un verdadero ángel de la guarda.

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MagistrUm
Un perro salió corriendo a la carretera y casi fue atropellado: frené en seco, el can me miró y ladró con fuerza, pero luego descubrí esto en la hierba…