Un millonario halla a un niño en la calle idéntico a su hijo perdido El desenlace deja a todos boquiabiertos.
El sol del mediodía brillaba sobre la tranquila avenida, iluminando los rascacielos de cristal que la flanqueaban. Ethan Ward, uno de los hombres más ricos de la ciudad, salía de una reunión cuando algoo más bien, alguienllamó su atención. Primero notó su figura esquelética: un muchacho sentado al borde de un muro de ladrillo, con la ropa raída y holgada. Pero cuando el niño volvió la cara, a Ethan se le cortó la respiración. Aquel rostro le resultaba profundamente familiar.
¿Liam? susurró, con la voz quebrada.
El chico se quedó inmóvil al escuchar el nombre. Sus ojos, del mismo verde avellana que los de su hijo desaparecido, reflejaban desconfianza. Cinco largos años llevaba Ethan buscando a Liam, sin rastro alguno. Policías, detectives, campañas mediáticas nada había dado fruto. Y allí estaba ese chico de la calle, idéntico a él.
Ethan se acercó, las manos temblorosas.
¿Cómo te llamas?
El niño dudó.
Noé.
¿Cuántos años tienes?
Ocho.
Liam tendría esa misma edad ahora. El pecho de Ethan se oprimió.
¿Dónde está tu familia?
Noé negó lentamente.
No tengo.
Un dolor agudo atravesó a Ethan: años de culpa, noches en vela, búsquedas inútiles. Esto no podía ser casualidad. Marcó a su chofer.
Vienes conmigo dijo con firmeza.
Noé frunció el ceño.
¿Por qué? No me conoces.
Ethan se agachó para mirarlo a los ojos.
Creo que sí.
El niño dudó, pero al final lo siguió. En el apartamento, tras un plato de sopa caliente, finalmente habló:
Una tal Carla me cuidaba. Decía que mi madre no me quería. Que era peligrosa.
Ethan apretó la mandíbula.
Mentira. Si eres mi hijo, te he buscado desde que te robaron.
Al día siguiente, Ethan pidió una prueba de ADN. Mientras esperaba, su equipo localizó a Carla, una estafadora con historial de tráfico infantil. Bajo presión, confesó:
Una mujer me pagó por llevarme al niño. Dijo que su padre arruinaría su vida.
Ethan palideció al reconocer la descripción: Julia, la hermana de su difunta esposa. Dos días después, los resultados confirmaron un 99,9 % de coincidencia. Ethan cayó de rodillas, llorando.
Eres mi hijo. Mi Liam.
La manita temblorosa de Noé alcanzó la suya. Por primera vez en cinco años, Ethan se sintió completo. Lo que vino después dio la vuelta al mundo: el arresto de Julia, los detalles del secuestro y el magnate que abandonó su imperio por un año solo para ser padre. Porque ninguna fortuna igualaba lo que acababa de recuperar.