Un empresario llegó a la tumba de su esposa para dejar flores y marcharse, pero en lugar de silencio… vio algo insólito: un niño acurrucado sobre la lápida 😳

Hacía mucho tiempo, en un frío atardecer de febrero, el empresario Don Rafael llegó al cementerio de Sevilla para visitar la tumba de su difunta esposa. Solo pretendía dejar unas flores y marcharse. Pero aquel día, en lugar del silencio habitual, encontró algo inesperado: un niño pequeño, acurrucado sobre la lápida, abrazando una foto desgastada.
Perdón, mamá susurró el niño con voz temblorosa.
Don Rafael frunció el ceño. ¿Un extraño en el lugar sagrado de su esposa? Iba a echarlo, pero entonces el niño alzó la mirada y sus palabras lo dejaron sin aliento.
La humedad y el frío envolvían el camposanto, y la niebla parecía susurrarle que se fuera. Pero él llevaba cinco años visitando ese lugar en febrero, sin falta.
Justo cuando iba a marcharse, un movimiento lo detuvo. Alguien estaba allí.
Un niño, quizá de seis años, yacía directamente sobre la losa, envuelto en una manta raída. Dormía. Sobre la piedra fría.
Don Rafael se acercó, las botas crujiendo sobre la gravilla. La ira crecía en su pecho: ¿cómo osaba alguien profanar ese lugar?
¡Eh, despierta! gruñó, aunque su voz tembló al decirlo.
El niño se sobresaltó y abrió los ojos. Su mirada era perdida, asustada.
Lo siento, mami No quería dormirme aquí
Don Rafael se quedó petrificado. ¿”Mami”? Miró de nuevo el nombre grabado en la lápida el de su esposa. ¿Coincidencia? ¿O una burla cruel?
¿De dónde sacaste esa foto? casi gritó, señalando la imagen.
El niño se encogió, pero no soltó el retrato. Luego murmuró con voz queda:
Ella dijo que vendrías a buscarme Lo prometió.
Las palabras del pequeño lo golpearon más fuerte que cualquier acusación.
¿Quién eres? logró articular.
El niño bajó la cabeza. No respondió. Pero en sus ojos había algo algo que hizo que el suelo se abriera bajo los pies de Don Rafael.
¿Qué significaba todo? ¿Por qué la llamaba “mami”?
La respuesta llegaría pronto.
Don Rafael permaneció inmóvil, como tallado en piedra. El mundo giraba a su alrededor. Las palabras del niño resonaban en su mente: “Ella dijo que vendrías a buscarme”.
Entonces lo vio: el rostro del niño le resultaba familiar. La frente, los pómulos, incluso la forma de sus labios. No podía ser casualidad.
¿Cuántos años tienes? preguntó, tratando de mantener la calma.
Seis pronto siete contestó el niño sin levantar la vista.
Don Rafael se dejó caer en el banco de mármol cercano. Hizo cálculos mentales Seis años. Justo cuando Isabel había fallecido.
¿Era posible que ella lo hubiera ocultado? ¿Que no le dijera nada?
Miró de nuevo la foto. Era una de esas imágenes antiguas que él mismo no veía desde hacía años. ¿Cómo la tenía el niño?
¿Cómo te llamas?
Teo. Pero a veces mamá me decía Temi.
Don Rafael jamás había escogido ese nombre. Y sin embargo le sonaba. Recordó de pronto una carta de Isabel, donde bromeaba: “Si algún día tenemos un niño, quiero llamarlo Temi”.
El corazón se le encogió. Ya sabía la respuesta, pero le costaba aceptarla.
¿Dónde vivías antes? ¿Quién te cuidaba?
La tía Rosario Era del orfanato. Pero falleció. Me dijo que si algo me pasaba, viniera aquí. A donde está mamá.
Don Rafael no pudo más. Extendió los brazos y lo abrazó con suavidad. El niño al principio se tensó, pero luego se aferró a él como si hubiera esperado ese momento toda su vida.
Durante cinco años, había vivido en la oscuridad, sin saber que, en algún lugar de la misma ciudad, crecía su hijo.

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MagistrUm
Un empresario llegó a la tumba de su esposa para dejar flores y marcharse, pero en lugar de silencio… vio algo insólito: un niño acurrucado sobre la lápida 😳