Teníamos una gran esperanza de que mi madre se jubilara, se marchara a una casa en el campo y nos dejara a mí y a mi marido su piso de tres habitaciones en Madrid.
Quiero contaros algo sobre mi vecina Teresa. Ahora tiene 68 años. Ella vivía sola en su piso amplio de tres habitaciones. Hace poco, Teresa decidió alquilar su piso y se fue de viaje por varias ciudades de Andalucía.
Su hija vino a mi casa a desahogarse conmigo:
¿Pero qué hace mi madre? Me ha fallado tanto Ahora mi suegra me dice que, de mayor, me volveré tan loca como ella. Dice que de tal palo, tal astilla. ¡Y justo ahora que mi marido y yo acabábamos de pedir un préstamo para el coche! Llevamos ya dos meses atrasados con los pagos. De verdad creíamos que mi madre nos ayudaría. ¡Pero no, nos ha dejado tirados! Ha alquilado su piso y se ha ido de viaje.
Miré a Carmen, su hija, con asombro: ¿por qué su madre tenía que pagar el préstamo de su coche? Mientras tanto, Carmen seguía:
Mi suegra está más que molesta porque vivimos con ella en su piso, y mi madre ha alquilado el suyo y se ha ido.
Entiendo que Carmen quería que le diera la razón y sintiera pena por ella. Pero, para mí, Teresa había hecho lo correcto. Tiene todo el derecho a vivir como le dé la gana. No entiendo por qué la gente piensa que, al jubilarse, una mujer tiene que dedicarse exclusivamente a hijos y nietos. ¡Eso no es justo! Así que le pregunté a Carmen:
¿Por qué no te apoyas en ti misma y en tu marido? ¿Por qué no habéis dedicado los últimos quince años de matrimonio a comprar vuestro propio piso? Así tu suegra no tendría nada que recriminarte.
Carmen confesó:
Es que teníamos la esperanza de que mi madre, al jubilarse, se fuera al campo y nos dejara su piso de tres habitaciones
No pude evitar gastar una pequeña broma:
Imagínate que Teresa también encuentra pareja. Recuerdo a una conocida que se fue de vacaciones a Mallorca, allí conoció a un hombre y acabó casándose con él. Ahora vive feliz en la isla. ¡Igual Teresa hace lo mismo y no vuelve más!
Tras escucharme, Carmen se quedó callada, mirándome sorprendida. Hace poco vi fotos de Teresa en internet: estaba radiante, viajando y disfrutando de la vida. Me alegré mucho por ella. Pienso que hizo lo correcto: la edad no es ningún obstáculo para ser feliz, ni para vivir nuevas y agradables experiencias en la vida.







