Tengo 45 años. Y ya no recibo visitas en mi casa.

Tengo 45 años y ya no recibo visitas en mi casa.

Algunas personas, cuando van a casa de alguien, se olvidan de que son invitados. Son groseros, dan órdenes y no se vuelven a su hogar con prisa.

Yo solía ser muy hospitalario, pero mi postura cambió rápidamente. Desde que superé los cuarenta, dejé de invitar a nadie. ¿Para qué? Resulta molesto tener ese tipo de visitas.

Mi último cumpleaños lo celebré en un restaurante de Madrid. Me gustó mucho, así que seguiré haciéndolo. Ahora explicaré el porqué.

Organizar una fiesta en casa sale caro. Una cena sencilla implica gastar una buena cantidad de euros. Si se trata de una cena de Navidad, la cifra sube aún más. Los invitados traen regalos modestos, pues los tiempos son duros. luego se quedan hasta altas horas. Yo prefiero relajarme, no acumular montones de platos por lavar ni ordenar.

Espero en mi piso a nadie. Limpio y cocino cuando me apetece. Antes, después de las fiestas navideñas me sentía cansado y deprimido. Ahora, tras Navidad, me tomo un baño y me acuesto temprano.

Tengo mucho tiempo libre y lo aprovecho. Mis amigos pueden pasar a tomar un café, pero no me preocupo por no tener dulces. Ahora expreso mis ideas con libertad. Cuando quiero descansar, simplemente señalo la puerta de salida. No sea lo más bonito, pero no me inquieta. Mi bienestar es lo primero.

Lo más curioso es que la gente a la que le gusta ir a casas ajenas nunca invita a nadie a la suya. Les resulta más fácil atender a otros sin perder tiempo en la limpieza y la cocina.

¿Recibes visitas? ¿Te consideras una persona hospitalaria?

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Tengo 45 años. Y ya no recibo visitas en mi casa.