Suegra soñaba con un nieto durante años… Y ahora no quiere conocerlo.

La suegra soñaba con un nieto durante años… Y ahora lo rechaza

Javier y yo llevamos juntos casi una década. Nos casamos por amor, sin presiones. Nos conocimos, surgió el romance y celebramos una boda sencilla. Todo marchaba bien, excepto por un detalle: su madre, Carmen García. Desde el primer día de matrimonio, empezó a repetir la misma cantinela: «Quiero nietos, anhelo cuidar a un bebé».

Por entonces tenía veintiséis años. Estaba iniciando mi carrera profesional. Vivíamos en un piso alquilado en Toledo, ahorrando para la entrada de la hipoteca, planeando reformas y cambios laborales. Un hijo no encajaba en esos planes. Le expliqué con sinceridad: «Ahora no estamos preparados». Pero ella hacía oídos sordos.

Se ofendía, montaba escenas dramáticas y decía que arruinaba la vida de su hijo al negarle una familia verdadera. Según su lógica, una mujer sin hijos era inútil. Intenté suavizar las cosas, pero su actitud se volvió cada vez más hostil. «No mereces a mi hijo si no quieres darle descendencia. Debía haberse casado con esa chica de la universidad», repetía sin cesar.

Quizás habría sido diferente si Javier no fuera su único hijo. Pero concentró toda su obsesión en nosotros. Compramos un piso, nos endeudamos hasta el cuello, pero a ella solo le importaba su anhelo: un nieto. Inmediatamente.

Todo empeoró cuando una prima de Javier nos contó que Carmen había intentado convencerla para que le cediera una propiedad. Lo ignoramos, fingiendo no saber nada. Dos meses después, descubrí que estaba embarazada.

La noticia nos llenó de alegría. Abrazamos a nuestro pequeño Lucas entre lágrimas. Pensé que por fin todo cambiaría. Invitamos a Carmen, que llegó acompañada de familiares. Preparé una comida especial y vistió al niño con esmero.

Entonces pronunció su veneno: «Bueno, ya os asusté lo suficiente para que al final tuvierais un hijo. Si no hubiera sido por mí, seguiríais postergándolo». Sus palabras, dichas con sorna delante de todos, me helaron. Trataba a mi hijo como un trofeo, no como un regalo.

Desde aquel día, el silencio. No pregunta cómo duerme Lucas, si come bien o si está sano. Solo frases protocolarias: «¿El niño no está resfriado?». Nada de juguetes, ropita o detalles. Solo indiferencia. La mujer que juró ser la mejor abuela ahora nos niega hasta una sonrisa.

No comprendo cómo quien suplicó durante años puede desentenderse así. Mi marido dice que es su forma de manipular, que cedimos demasiado. Pero una madre, una abuela, no debería actuar así. Un nieto no es moneda de cambio. Es una personita, inocente y llena de luz.

Duele ver crecer a mi hijo sin el cariño de quien tanto exigió ser abuela. Soñé con una familia unida donde ambas abuelas mecieran la cuna juntas. Ahora solo somos Javier y yo balanceando ese arrullo.

Dejé de llamarla. Cansada de esperar un afecto que nunca llega. Le di su oportunidad. Ella la rompió. Y quizás sea hora de que yo también cierre esta página para siempre.

Rate article
MagistrUm
Suegra soñaba con un nieto durante años… Y ahora no quiere conocerlo.