Hoy estoy en casa de mi nuera en Madrid, y una mujer se encarga de la limpieza del domicilio.
Siempre le he dicho a mi hijo que la situación económica de la futura esposa no nos afecta, así que él se alegra y se casa con Lucía, una chica que nunca ha tenido mucho dinero y que siempre ha vivido con cierta comodidad.
Tras la boda, los niños se mudan a la casa que les compramos en el barrio de Chamartín. Mi marido, Antonio, y yo la reformamos, y ahora tratamos de ayudarles económicamente y de llevarles la compra. A Lucía le va bien; ha dado a luz a mi nieto y no trabaja, mientras que mi hijo tiene un empleo poco remunerado y un salario bajo.
¿Puedes imaginar la impresión que tengo al entrar en la casa donde viven mis hijos y mi nieto y encontrar a una desconocida barriendo el suelo? Lucía ha contratado a una empleada del hogar, pero ella no hace nada por sí misma. ¿Cómo se lo permite? ¿Dónde está su conciencia?
Eché a la extraña mujer, porque, a fin de cuentas, sigue siendo mi casa y la limpieza la pago con mi dinero. ¿De dónde van a sacar mi hijo y su mujer el dinero para estos servicios? Decido esperar a Lucía, que está fuera con el bebé. Cuando vuelve, no pierdo el tiempo y le hablo directamente:
Mamá, estoy de baja por maternidad y me he convertido en bloguera, así que ya percibo un buen ingreso, y además necesito a la empleada porque paso mucho tiempo trabajando.
¿Y qué es un blog? ¿Es eso un trabajo a tiempo completo? ¿Se gana dinero con eso? No quiero que un desconocido limpie mi casa.
Si tienes tanto dinero, paga tú misma y yo me encargo de la limpieza; aquí no hay sitio para extraños le respondo.
Lucía solo murmura algo y se va a alimentar a su hijo. Yo espero a mi hijo para ponerle al día de los últimos acontecimientos familiares y él me dice:
Mamá, yo sé de la empleada. María trabaja muy duro, y yo también quiero pasar tiempo con mi hijo después del trabajo, así que no veo inconveniente.
No entiendo a los jóvenes; ¿cómo pueden permitírselo? Corro a mi marido y le pregunto qué opina.
No tienes que meterte en la vida de los jóvenes. Son adultos y pueden arreglarlo todo por sí mismos me dice.
Hace mucho que no me enfado así. Estoy convencida de que estoy en lo correcto y quiero que lo reconozcan.







