Actualmente, mi abuela tiene 80 años y, durante los últimos 20 años, no ha mantenido ni el más mínimo contacto con su familia. No pasa las festividades con ellos y no tiene sus números en su teléfono. Yo estaba convencido de que la razón era algún conflicto entre ellos. Pero cuando mi abuela me contó toda la verdad, me di cuenta de que tiene toda la razón.
Desde hace tiempo sigue esta regla y aconseja a todos no mantener relaciones cercanas con la familia. Se trata de cambios relacionados con la edad, ya que a medida que envejecemos cambiamos mucho. Del maximalismo juvenil no queda nada y, en su lugar, surge una comprensión sabia de lo que sucede.
Las personas mayores anhelan cada vez más la tranquilidad y el silencio. Comienzan a darse cuenta de que tienen muy poco tiempo, por lo que valoran cada minuto de su vida.
Para las personas mayores, la comunicación tiene un significado diferente. No quieren que las sermoneen, pero es importante para ellas compartir su experiencia y sabiduría de vida.
El contacto con los seres queridos es una felicidad, pero debido a las diferencias generacionales, a menudo surgen malentendidos. No siempre los mayores y los jóvenes logran llegar a un compromiso y entenderse mutuamente. La mayoría de las veces, cada parte del conflicto se queda con su opinión, lo que lleva a un distanciamiento de la familia.
Por eso, las personas maduras evitan conversaciones innecesarias. No desean estar solas, solo necesitan paz y tranquilidad. El bullicio ruidoso y las discusiones constantes solo les roban su tiempo valioso, por lo que es mucho más fácil cortar los lazos con los familiares. Aquellos que quieren tener una vejez tranquila y armoniosa simplemente se mantienen alejados de todos.
Las personas mayores valoran especialmente su espacio personal e invitan a su vida solo a aquellos a quienes realmente desean. Esto les ayuda a mantener su armonía espiritual.
Incluso un escritor famoso, como Miguel, lo mencionó, porque las personas mayores sabias necesitan aislarse para no verse abrumadas por pensamientos ajenos y dedicarse a lo que realmente les importa.
Además, la soledad en la vejez es una especie de preparación para despedirse de la vida. Sin embargo, los psicólogos aconsejan no cortar los contactos por completo, para tener a alguien con quien compartir sus miedos e inquietudes.
¿Y ustedes qué opinan?