Por muchas veces que le he pedido a mi suegra que no haga visitas tan tarde, no me ha escuchado.

Vivimos en Madrid y, por mucho que le pido a mi suegra, Doña Carmen, que no haga visitas a última hora, no me hace caso. Por alguna razón que no entiendo, ella cree que tiene derecho a aparecer sin avisar en nuestra casa. Mi hijo, Lucas, tiene un año y lo he acostumbrado a una rutina. Si no se duerme a las ocho de la noche, prefiero no acostarlo; así paso dos horas de puro tormento. No sirve de nada hablar con mi suegra. Por más que le pido que no venga tan tarde, no me escucha. No se da cuenta de que no es buena idea que visite a su nieto de un año a esas horas.

Trabajo hasta tarde dice ella. Llega, se queda media hora, juega con el niño, le saca una sonrisa, lo agita, y después paso la mitad de la noche intentando acostarlo. Cuando se vuelve inquieto, empieza a llorar.

¿Qué hago?

Hoy empiezo a acostar al bebé como de costumbre. Mi marido, Carlos, y yo ya habíamos elegido una película para ver. De repente suena el timbre. Carlos abre la puerta y ve a su madre.

Me cuesta describir lo que siento. Estoy enfadada. Enfadada. Lucas está empezando a dentición y está inquieto, así que apreciamos cada minuto de calma. Trato de calmarme. Hay que mantener la serenidad. Después de todo es la madre de mi marido.

Fingo que me duele la mandíbula, me toco la mejilla y grito:

¡Llegas en el peor momento! Me duele una muela, no aguanto. No quiero ir al dentista sola. Quédate un rato con el bebé y luego nos vamos.

Carlos no entiende nada. Se viste deprisa y salimos de la casa.

¿Qué espectáculo estás montando? le pregunta él.

Al menos podremos ir a algún sitio a solas. Y no te olvides de apagar el móvil le respondo.

Regresamos a casa pasada la medianoche. La madre de Carlos tiene que coger un taxi para volver. El bebé yace en su cochecillo, y por toda la habitación hay pañales sucios y ropa manchada. Juguetes, chupetes, sonajeros, en resumen un caos creativo. Todo está tirado desordenadamente.

Doña Carmen parece agotada. El maquillaje está corrido y su falda está manchada de excremento. Desde entonces viene menos a nuestra casa y ya no llega tan tarde.

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MagistrUm
Por muchas veces que le he pedido a mi suegra que no haga visitas tan tarde, no me ha escuchado.