¿Para qué necesitas esto?

**Diario de una madre**

¿Para qué demonios necesitas todo esto? —¡¿Me estás llamando insensible?! ¿A mí? ¡Tú fuiste el primero en olvidarte de las medidas de protección, luego de todo decoro, y ahora me traes a una embarazada a casa exigiendo una habitación más grande! ¿Qué te parece esta situación, eh, hijo mío?

Carmen hablaba crudo, pero con la verdad por delante. No pretendía atacar, no. Solo quería proteger lo suyo.

Víctor, en cambio, recorría la habitación como si buscara en silencio una posición desde la cual lanzar su ofensiva, calculando debilidades. En su actitud se notaba claramente: no se consideraba culpable en absoluto.

…Todo había comenzado años atrás. Desde aquel día en que Carmen y Javier, que en paz descanse, se mudaron a su primer piso. Ni siquiera tenían cama. Empezaron con colchones hinchables. Con el tiempo, ahorraron para un segundo piso, para su hijo. Luego construyeron una casa en el campo. Una para dos familias, para que algún día los nietos jugaran en el porche y el jardín.

Pero Javier partió de este mundo cuando Víctor acababa de entrar en la universidad. Su marido le dejó todo: los frutos de su esfuerzo, recuerdos felices y la última fuente de calor y alegría: su hijo.

Víctor se graduó, se independizó, se casó. Carmen tuvo un nieto. Era feliz. Hasta que, un año después, su hijo anunció el divorcio.

—No éramos compatibles. No podía seguir viviendo con ella —dijo, como si hablara de un perro recogido de la calle—. Al final llegamos a un acuerdo… Como soy el padre, le regalé el piso a ella. A cambio, prometió no pedir la pensión alimenticia.

Carmen se agarró la cabeza.

—Fantástico. Todo un caballero. Con el bolsillo vacío. No fuiste tú quien compró ese piso —le reprochó.

Ya entonces intuía que ella acabaría pagando el precio de ese circo de generosidad. Y no se equivocó.

Poco después, su hijo volvió, esta vez con una nueva esposa. Y ya estaba esperando un bebé.

Le pidieron quedarse un tiempo en su casa. Carmen no puso pegas. Al principio.

Intentó ser amable. Cocina—y limpiaba, tendía su ropa y dejaba siempre platos de más por si a Julia le entraba hambre, pero pronto entendió que no habría gratitud.

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