Mira, ya no me duele el alma y tampoco lloro. Después de que falleciera mi marido, Marta, decidí largarme

No, de verdad que has escogido… dice con desdén Julia a su hermana. ¿Acaso ya no quedan hombres

Alma de ojos azules El sol de verano quemaba con fuerza. En la calle se sentía el calor de la tarde.

¿Y tú qué pensabas? refunfuñó Miguel. ¿Te mentí? Yo te dije que no me gustaban los niños. Lola sollozó

¡Corbata, Natalia! ordenó don Víctor Román, subiendo el cuello de su camisa blanca. Al recibir el nudo

Nadie te retiene Llegaré tarde, aquí hay un caos total en la obra la voz de Begoña se escuchaba apagada

La noche, densa sobre la ciudad, parecía presagiar una tragedia. Nubes pesadas avanzaban por el cielo

Recordaba que, hace ya muchos años, mi marido Juan estuvo una semana sumido en coma y yo, desolada, sollozaba

¡Tú con ella también! exclamó Cayetana, cruzando los brazos. ¡Esteban, no te queda ni una pizca de conciencia!

Cuando la pensión de mi madre pasó a ser mi enseñanza de autosuficienciaMi madre ya está jubilada y cuenta









