Nunca habrá lugar para ella en mi vida.

Para ella no hay lugar en mi vida, ni lo habrá jamás
Amé de verdad…
Hoy he decidido contar mi historia.

No busco compasión ni comprensión.

No espero apoyo.

Solo quiero liberar todo este dolor que ha estado acumulándose dentro de mí durante demasiado tiempo.

Amé.

Amé de una manera que quizás nunca podré repetir.

Amé de manera pura, sincera y profunda.

Confié.

Creí que la persona que estaba a mi lado no me traicionaría.

Pero la vida una vez más me decepcionó.

Ella llegó a mi vida de forma inesperada, pero rápidamente se convirtió en su sentido.
Hace cuatro años conocí a María.

Fue un encuentro fortuito, pura coincidencia, solo un día, solo una conversación.

Pero sentí que ella no era solo una extraña en mi destino.

Nos unimos rápidamente y, en cuestión de meses, dejé mi vida habitual para mudarme a su ciudad.

Ambos veníamos de divorcios.

Ambos habíamos sufrido la herida de la traición.

Ambos solo queríamos felicidad.

Pensé que la había encontrado con ella.

Estaba seguro de que era mi otra mitad.

Pero luego…

Luego ocurrió lo que ni en mis peores pesadillas podría haber imaginado.

Cuando el pasado regresa, el presente se derrumba
Nos fuimos a la playa.

Por primera vez solos los dos.

Era feliz.

Pero, de repente, ellos reaparecieron en su vida.

El exmarido.

Su hija.

Y una nieta, cuya existencia desconocía.

¿Cómo fue que coincidieron en la misma ciudad?

¿Quién llamó a quién primero?

¿Quién encontró a quién?

Aún no lo sé.

Pero cuando vi cómo lo miraba ella a él, cómo él se derretía de felicidad, entendí que había perdido.

Les di tiempo a solas.

Salí a pasear, no quise interrumpir.

Pero cuando regresé, todo estaba claro.

Ella lo miraba como si todos esos años de separación no hubieran importado.

Como si nunca se hubieran divorciado, como si no se hubieran hecho daño.

Como si yo nunca hubiera existido.

Ella se fue. Simplemente se fue.
Por la noche apenas hablamos.

A la mañana siguiente hizo las maletas.

—Necesito irme unos días…

Y no volvió.

Llamé.

No contestaba el teléfono.

Y cuando lo hacía, decía:

—Necesito pensar. No me presiones.

No la presioné.

Pero sabía que no me había elegido a mí.

Intentó volver. Pero era tarde.
Pasaron dos semanas.

Ya casi me había acostumbrado a la idea de que no era mía.

Y de repente me llamó.

—Me equivoqué.

—Pensé que aún sentía algo por él, pero me di cuenta de que no es así. Es solo el pasado.

—Te quiero.

—Empecemos de nuevo.

Me quedé en silencio.

Y luego simplemente colgué.

Porque estas cosas no se perdonan.

Para ella ya no hay lugar en mi vida
Se fue.

Y con eso probó que no era quien yo creía.

No quiero pasar por esto de nuevo.

No quiero ser la segunda opción.

No quiero vivir con el miedo de que vuelva a huir.

Me duele estar solo.

Pero me duele aún más estar con alguien que ya me ha traicionado.

No sé si volveré a encontrar el amor.

Pero sé con certeza una cosa:

Para ella ya no hay lugar en mi vida. Ni lo habrá nunca.

Rate article
MagistrUm
Nunca habrá lugar para ella en mi vida.