No tienes conciencia. ¿Es que no ves lo mucho que sufre Daniel? Es tu hermano, podrías haberle ayudado. Siempre piensas solo en ti mismo.

**Diario personal:**

No tienes corazón. ¿No ves lo difícil que lo está pasando Daniel? Es tu hermano, podrías haberle echado una mano. Siempre piensas solo en ti.

Hace poco, mi madre me llamó y me pidió que recogiera todas mis cosas de su casa.

Aquí apenas podemos movernos con tus trastos me dijo.

Esta conversación llegó después de que me negara a darle dinero a mi hermano Daniel para la entrada de un piso. Sí, dar, no prestar, porque sé perfectamente que jamás me lo devolvería.

Cuando me negué, Daniel salió de mi casa hecho una furia. Estaba convencido de que le iba a entregar todos mis ahorros solo porque él tiene familia e hijos, y yo no.

Necesito desahogarme porque siento que mi familia está siendo injusta, sobre todo ahora que se acercan las Navidades.

Cuando me mudé a Londres para estudiar, empecé a trabajar a media jornada enseguida. Primero viví en una residencia, luego compartí piso con una amiga. No quise depender de mis padres, así que me esforcé mucho no solo para mantenerme, sino también para ayudar a mi madre.

Ella nunca me pidió dinero directamente, pero siempre me encargaba algo útil: ropa, zapatos, cosas para la casa. Y en cuanto a la comida, nunca llegaba con las manos vacías.

Mi madre vive en un piso de tres habitaciones con Daniel. Nuestro padre falleció hace tres años.

Mi hermano nunca tuvo interés en estudiar. Después del instituto, se fue a trabajar a Irlanda, pero lo único que consiguió comprar fue un coche viejo. Al volver, empezó a trabajar de taxista.

Luego se casó y su mujer, Lucía, se mudó con él al piso de mi madre.

Siempre andaban justos de dinero porque Daniel vivía al día. En cuanto cobraban él y Lucía, lo gastaban casi todo enseguida. Tanto mi madre como los padres de Lucía les ayudaban económicamente con frecuencia. Daniel sabía que siempre habría alguien que le sacaría las castañas del fuego, así que nunca se esforzó por mejorar su situación.

Ahora, Daniel y Lucía tienen dos niños y otro en camino. Decidieron que el piso de mi madre se les había quedado pequeño y empezaron a pensar en comprar uno propio.

Mientras tanto, yo vivo de alquiler con mi novio, Javier. Tenemos pensado casarnos, pero hemos decidido esperar un poco. Nuestros ingresos son estables: Javier trabaja como desarrollador de software y yo llevo varias tiendas online.

No malgastamos el dinero en tonterías; en vez de eso, ahorramos para nuestra propia casa, para poder independizarnos después de la boda.

Mi madre sabía de nuestros planes, pero aun así le dio a Daniel la idea de que podía pedirme ayuda.

Quieren comprar un piso, pero no tienen para la entrada me dijo.

Cuando Daniel vino y me soltó que necesitaba dinero, me negué. Se puso como un basilisco. Creía que estaba en mi obligación dárselo solo porque él tiene hijos y yo no.

Después, mi madre me llamó y me dijo:

No tienes corazón. ¿No ves lo mal que lo pasa Daniel? Es tu hermano, podrías haberle ayudado. Siempre piensas solo en ti.

Luego añadió:

Ven a recoger tus cosas de casa. Aquí no podemos ni andar con tus cacharros. Y no te molestes en venir por Navidad. Daniel está enfadado contigo, y yo tampoco tengo muchas ganas de verte.

No discutí. Recogeré mis cosas y las meteré en mi piso de alquiler. Y cuando Javier y yo compremos nuestra casa, las llevaré allí.

Podría haberle prestado el dinero a mi hermano, pero sé que no lo devolvería jamás. Y ni siquiera me pidió un préstamo, esperaba que le regalara mis ahorros.

Solo porque tiene hijos…

¿Tú qué harías en mi lugar?

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MagistrUm
No tienes conciencia. ¿Es que no ves lo mucho que sufre Daniel? Es tu hermano, podrías haberle ayudado. Siempre piensas solo en ti mismo.