No olvides que vives en mi piso y que toda la vida has vivido aquí. Vuelves a empezar. ¿Ahora me lo vas a echar en cara hasta el final de mis días?
Teresa y Óscar llevaban diez años casados.
Teresa tenía una madre y un padrastro que la había criado desde los tres años.
El hermano pequeño de Teresa, Arturo, tampoco era hijo biológico de su padrastro.
Solo su hermanita Natalia era hija suya. Pero él nunca hizo distinciones entre los niños.
Cuando Teresa se casó y se fue a vivir con su marido, Natalia tenía ocho años.
Óscar se llevó bien desde el principio con el padrastro de su mujer. No era de extrañar, Nicolás Martínez podía hablar con sinceridad incluso con los niños del barrio. Le daba igual si tenía delante a un niño, un adolescente o un adulto.
Hablaba de igual a igual, encontraba temas e intereses comunes.
Tampoco podía decir nada malo de su suegra, pero con Nicolás se sintió cercano desde el principio y empezó a llamarle papá.
Su propio padre ya no estaba.
Su madre se había ido a casa de la abuela porque se puso mala. Se fue y ya no volvió. La casa se la dejó a su hijo.
Teresa y Óscar reformaron todo a su gusto. El padre les ayudó. La madre de Teresa refunfuñaba, no entendía a su hija: ¿cómo era posible mudarse de la ciudad a un pueblo?
Mamá, es un pueblo grande. Hay edificios de cinco plantas en el centro.
Pero tú vives en una casa en las afueras, eso es el campo
Pasaron diez años. En la familia crecían un hijo y una hija. El hermano de Teresa, después de estudiar, decidió quedarse en la ciudad, lejos de casa. La hermana pequeña se casó. No tenían casa propia y empezaron a alquilar. El alquiler lo pagaban los padres de Natalia.
Que vivan con nosotros dijo Nicolás a su mujer.
No me opongo, pero tenemos que hablar.
¿De qué?
¿Por qué has cambiado de trabajo?
Ya lo hablamos. Los niños son mayores y trabajan. A mí ya me cuesta con dos trabajos, desde que me puse peor de salud, la cosa se ha complicado. Los gastos son menores ahora.
Natalia necesita un piso.
Ella tiene marido.
No olvides que vives en mi piso y que toda la vida has vivido aquí.
Vuelves a empezar. ¿Ahora me lo vas a echar en cara hasta el final de mis días?
¡Elige! ¡Hay que trabajar para el piso de tu hija!
¿Y cuál es la elección? ¿Trabajar para el piso o qué?
O te vas.
No puedo trabajar así, lo sabes.
Entonces pido el divorcio. Vete. Tienes una casa.
¿Una casa? ¿La has visto? ¿Sabes en qué estado está después de todos estos años?
No me interesa. Tú no quisiste venderla.
Nicolás Martínez, en silencio, recogió lo más indispensable.
Llévatelo todo o tiro el resto.
Hemos vivido casi toda la vida juntos, te jubilas dentro de un año. Yo ya tengo sesenta y tres.
Deberías haberte buscado una más joven. Fue un error aceptarte entonces, casarme contigo. No tenía opción, ¿quién iba a quererme con dos hijos? Los lastres estorbaban.
¿Estás hablando de los niños? Me voy. El resto lo recojo en una semana. Aguanta
Mamá, ¿dónde está papá?
Sabes que no es tu padre.
¿Y qué cambia eso? Él es mi padre y no tengo otro.
Nos hemos separado. Natalia y su marido se mudan aquí.
¿Qué? ¿Y dónde está papá?
En su pueblo.
¿Y Natalia aceptó mandar a papá, que está débil, para allá? ¿Y tú, cómo pudiste?
¿Por qué tanto drama?
No es humano hacer eso. ¿Y Arturo lo sabe?
¿Para qué necesita saberlo? Está lejos. ¿Y vosotros para qué habéis venido?
Solo de paso, mañana nos vamos de vacaciones. Luego pasaremos por casa de Arturo, está cerca.
¿Y qué queréis de mí? Ahora necesito dinero para reformas, tu hermana y su marido se mudan pronto, ella está embarazada. Así que no os daré nada. ¿Habéis traído a los niños? No tengo tiempo para cuidarlos.
No queremos nada. Tenemos dinero, los niños vienen con nosotros. No hemos venido por eso. ¿Cuándo pensabas decirnos lo del divorcio?
¿Para qué os iba a importar? Solo es padre de Natalia.
¿Cuando nos quería y nos mantenía, era nuestro padre, y ahora es un extraño? No está bien, mamá
¡No eres quién para juzgarme! ¡Me he dejado la vida por vosotros!
Óscar volvió a entrar en el piso. Había salido al principio de la conversación entre Teresa y su madre, cuando entendió que su padre ya no estaba y no volvería. Apenas logró llamarle. Nicolás no solía llevar el móvil, lo dejaba en





