Ninguna de las abuelas puede recoger al niño de la guardería. Debo pagar una fortuna por el cuidado.

Ninguna de las abuelas puede recoger a nuestro hijo del guardería. Tengo que desembolsar cientos de euros cada mes por la guardería.

¡Estaba que me hervía de ira! Hoy vuelvo a haber discutido con mi madre y ni siquiera me atrevo a llamar a la madre de mi marido.

Tenemos suerte, pues contamos con dos abuelas: la de mi madre y la de mi esposo

Aunque suerte sea demasiado generoso, porque en realidad no son abuelas dispuestas a ayudar. Ambas viven a menos de un centímetro de distancia del centro infantil de nuestro hijo, pero se niegan rotundamente a recogerlo. Yo lo haría, pero mi jornada laboral termina a las 18:00 y no puedo llegar a tiempo. Mi pareja tampoco puede hacerlo siempre, ya que trabaja en una fábrica con turnos rotativos. Por eso nos vemos obligados a contratar a una niñera, lo que supone un gasto extra que aprieta mucho el presupuesto familiar. Y todo a pesar de contar con abuelas.

Mi madre, Carmen, trabaja hasta las 16:00 y pasa por la guardería cada día al volver a casa. En estos momentos su vida privada es lo más importante: se ha divorciado de mi padrastro y quiere dedicarse a sí misma, así que insiste en relajarse después del trabajo y en ponerse mascarillas faciales para verse más joven. Los fines de semana siempre tiene algún plan: va al cine, visita una exposición o se reúne con amigas.

Solo lleva a su nieto muy de vez, y únicamente los fines de semana. Argumenta que la presencia del pequeño rompe su rutina, que le gusta meditar y que él corre por el apartamento molestándola. A mi madre le encanta darme consejos de educación, pero al mismo tiempo se niega categóricamente a involucrarse.

La madre de mi marido, Pilar, es otra historia. Nunca ha trabajado fuera de casa; siempre ha sido ama de casa. Tiene cuatro hijos, con una diferencia de edad inferior a tres años entre ellos, y mi marido, Luis, es su primogénito. Parece la persona ideal para echar una mano, pero ella dice que ya tiene suficiente con sus propios hijos, que además tiene que cocinar, limpiar, lavar, alimentar a la familia y luego ordenar todo. No dispone de tiempo ni de ganas para cuidar a un nieto, pese a que sus dos hijos menores, de dieciocho y veintiuno años, ya son independientes.

Una vez, la madre de Luis se llevó a mi hijo sin avisar y se mostró ultrajada. Alegó que no tenía tiempo para nada cuando tuvo que ir a buscar a su nieto a la guardería, mientras sus hijos llegaban cansados y hambrientos del trabajo. Después me dijo que había tomado la decisión por mi cuenta, sin consultar a ella, y que debía encargarme del niño yo mismo. En fin, nos dejó claro que no podíamos contar más con su ayuda.

Los gastos de la guardería pesan mucho sobre el presupuesto familiar. Me indigna la hipocresía de esas abuelas que cada Navidad se ponen a hablar de lo mucho que aman a su nieto y de quién ha comprado qué regalo, pero que no nos ofrecen la ayuda real que necesitamos.

Hoy tuve que llamar a mi madre y suplicarle que recogiera a mi hijo de la guardería, porque no teníamos dinero para pagar a la niñera.

No podemos esperar nada de nuestros padres, ni en dinero ni en ayuda concreta. La madre de mi pareja tampoco quiere colaborar económicamente; dice que su marido y sus hijos comen fuera y que todo el sueldo se va en la compra de alimentos.

No sé cómo vamos a salir de esta situación. Todo lo que ganamos se va en comida, ropa y suministros domésticos, y encima tenemos que pagar a la niñera. ¿Cómo vamos a convencer a nuestras abuelas de que nos ayuden?

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MagistrUm
Ninguna de las abuelas puede recoger al niño de la guardería. Debo pagar una fortuna por el cuidado.