Mi suegra va a celebrar su cumpleaños en nuestro piso, aunque nuestra relación es muy tensa después del nacimiento de mi bebé y a pesar de todos los malentendidos, las emociones encontradas y el hecho de que la convivencia en su propiedad se complica cada vez más

Mañana es el cumpleaños de mi suegra.

Mi bebé tiene cuatro meses y medio. Al principio, ella nos invitó a pasar el día con ella, y pensamos que mi madre podría cuidar del pequeño. Pero después, mi suegra cambió de opinión y decidió que vendría a nuestro piso con mi suegro y mi hija, para celebrar juntos. No puedo permitirme pagar una cena en un restaurante, y mi marido tampoco lo aprueba; además, ellos nunca han sido de grandes exigencias.

No llego a entender por qué mi suegra ha optado por celebrar su cumpleaños en nuestra casa. ¿Quiere fastidiarme, hacerme quedar como una mala anfitriona, reunir a la familia, sentarnos todos a la mesa…? Desde que nos conocemos, nuestra relación es tensa, y desde el nacimiento de mi hija la tensión solo ha ido a más. Pienso que, quizá, intenta solucionar este conflicto, pero no creo que sea el camino idóneo. No es que me haya insultado precisamente, pero me ha dolido. Los pocos sentimientos cálidos que conservaba hacia ella, se desvanecieron sin dejar rastro. Ahora ya sé, por mucho que me sonría, lo que realmente piensa de mí.

No le prohíbo ver a la niña; de hecho, ella misma no suele pedirlo. Cada fin de semana le pregunto a mi marido si su madre quiere ver a su nieta. No tengo ningún inconveniente en que mi hija comparta tiempo con su abuela. Yo, sinceramente, no tengo ganas de verla; cuando coincidimos estamos incómodas: ella, quizá, recordando sus palabras, y yo también.

Sí, vengo de una familia modesta, mi padre y mi hermana tienen problemas con la bebida. ¿Y qué? ¿No merezco respeto por ello? No es necesario que acepte mi deseo de dormir un poco más los fines de semana, si mi hija me lo permite. Para mí los fines de semana son un regalo: no tengo que levantarme a las 6:30 para preparar el desayuno de mi marido (justo cuando más sueño tengo, y la niña duerme). Y un día dice que viene, al siguiente dice que no. Cada vez que oigo la llave en la puerta, desearía poder esfumarse

Además, constantemente intenta recordarme que este piso es suyo. Y sus normas. Sí, es suyo, lo entiendo; pero yo vivo aquí, así que podría ir en pijama y despeinada por toda la casa si quisiera. Por educación, claro, no lo hago. Pero cuando alquilas un piso, ¿entran todos los caseros sin llamar ni avisar? ¿Eso es lo habitual? Personalmente, me parece su manera de remarcar que la casa le pertenece.

Nuestra relación es difícil porque mi suegra nunca quiso conocerme, ni siquiera cuando supo que su hijo pensaba casarse conmigo. Cuando fuimos al registro, me llamó varias veces, incrédula, porque pensaba que se trataba de una confusión. No quiso verme, ni en casa ni tomando un café. Evidentemente, desconoce mi pasado, pero aún así no se acercó.

No nos presentaron hasta que mi marido y yo llevábamos cinco meses juntos, y su reacción aquel día no fue precisamente amable; fue bastante brusca, de hecho. Apenas he coincidido con mi suegro, solo en la boda. Quizá por eso tengo cierta antipatía hacia ella.

No me gusta fingir, aunque sé cómo hacerlo si hace falta. Pero en este caso, ni siquiera quiero intentarlo. No deseo fingir una relación cordial, ni disimular simpatía. Sé que vivimos en su piso, pero no me importa. El piso se lo regaló a su hijo. Y tan solo dos días después de que saliera del hospital, ya lanzó comentarios desagradables sobre mi familia, sugiriendo que yo dependía económicamente de su hijo, y poco más me llamó aprovechada. ¿Cómo una mujer de 55 años puede permitirse hablarle así a su nuera, recién parida y que solo quiere un poco de paz?

No tengo problema en recibir visitas, pero ella no me apetece como invitada. Me tocará ayudar en la mesa, correr del bebé a los platos y esperar a que los invitados se vayan. Por suerte, me adelanté y le compré un regalo.

Al final, la convivencia enseña que, a veces, lo más sabio es poner límites con amabilidad y recordar que la vida, por complicada que sea, se afronta mejor con respeto y serenidad. Hoy entiendo que cada uno lleva su propia carga, y que mi felicidad no debe depender de la aprobación de quienes se niegan a conocerme en verdad.

Rate article
MagistrUm
Mi suegra va a celebrar su cumpleaños en nuestro piso, aunque nuestra relación es muy tensa después del nacimiento de mi bebé y a pesar de todos los malentendidos, las emociones encontradas y el hecho de que la convivencia en su propiedad se complica cada vez más