Mi madre está gravemente enferma y no siento nada al respecto. Ella se lo merece.

Mi madre está gravemente enferma, y no siento ninguna emción por ello. Se lo merece.

En nuestro edificio vive una mujer mayor llamada Carmen. Siempre fue una buena vecina para todos, dispuesta a ayudar con palabras y acciones. Cuando mi madre enfermó, Carmen vino varias veces a cuidarla mientras yo trabajaba o atendía a mis hijos. La atendía con esmero, ayudaba en las tareas de la casa, y gracias a su cariño, mi madre empezó a mejorar.

Sin embargo, al poco tiempo, la propia Carmen cayó gravemente enferma. Su estado era mucho más delicado, y tuvo que ser hospitalizada. Hasta entonces, estaba convencida de que Carmen estaba sola, sin hijos ni familiares. Pero resultó que tenía una gran familia: un hijo con un alto cargo en una empresa importante, una hija —exitosa empresaria— y varios nietos. Todos vivían con holgura, pero en todos esos años de vecindad, nunca vi que ninguno de ellos visitara a Carmen.

Cuando Carmen ingresó en el hospital, su hija apareció para recoger sus pertenencias. La encontré en el portal y le ofrecí ayuda, compartiendo mi experiencia cuidando a una enferma. Pero su respuesta me dejó helada:

—Eso no es asunto mío. He traído lo que dijo el médico, no hace falta más. Que dé gracias por haber venido.

Me quedé paralizada ante tal frialdad. ¿Cómo se puede tratar así a una madre? Traer lo justo e irse, sin un ápice de compasión.

Cada día, después del trabajo, visitaba a Carmen en el hospital. Intentaba animarla, le contaba novedades, le daba compañía. Luego volvía a casa, y no podía dejar de pensar en su hija, en su indiferencia.

Mi madre, al enterarse, me dijo:

—No sabes cómo eran sus relaciones familiares. Quizá no se apartaron de ella sin motivo.

—Pero es su madre, pase por lo que pase.

—Si todos pensaran como tú, el mundo sería mucho mejor.

Esas palabras me hicieron reflexionar. Es cierto: nunca sabemos toda la verdad sobre las familias ajenas, qué heridas o rencores esconden. Pero aún así, me cuesta entender tanta indiferencia hacia quien te dio la vida.

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Mi madre está gravemente enferma y no siento nada al respecto. Ella se lo merece.