Quiero contar todo desde el principio. Crié a mi hijo sola. Hace muchos años, mi esposo nos abandonó, dejándome con problemas y deudas.
Me costó un esfuerzo increíble superar todo aquello y criar a mi hijo. Su padre, por supuesto, pagaba la pensión alimenticia, pero el dinero no era suficiente ni siquiera para cubrir los gastos básicos.
Ahora mi hijo tiene 15 años y, de repente, su padre reapareció en su vida. De alguna manera consiguió su número de teléfono, lo llamó y le propuso encontrarse. Además, mi exmarido ahora tiene su propio negocio. Vive en la abundancia y no se priva de nada. Cuando se vieron, le regaló a mi hijo un ordenador nuevo, muy caro. Solo unas semanas después, mi hijo hizo las maletas y se mudó con su padre para vivir con él.
Por supuesto, es comprensible: su padre tiene dinero, mientras que yo sigo pagando la hipoteca… Pero pensé que había criado a un chico inteligente y con principios. Siempre fue un buen estudiante, practicaba deportes, era educado y respetuoso.
Y, sin embargo, me dejó tan fácilmente, a mí, su madre, que siempre lo ha amado. Eligió la comodidad y los nuevos lujos. Su padre contrató a los mejores profesores particulares para que pudiera ingresar en un prestigioso instituto. Cada vacaciones viajan al extranjero.
Yo no podía ofrecerle nada de eso. Apenas lograba llegar a fin de mes.
Al final, mi hijo me dejó. Eligió los “juguetes”. Dejé de hablar con él. Está tratando de arreglar nuestra relación, pero lo evito y no respondo a sus llamadas. Estoy llena de rabia contra mi exmarido. No solo nos dejó hace 15 años, dejándonos con problemas y deudas, sino que ahora también me ha quitado a mi hijo… Lo compró con regalos y una vida cómoda.
Siempre quise criar a un niño honesto y de buen corazón, pero resulta que crié a alguien completamente diferente. Mis amigas intentan convencerme de que vivir con su padre le brindará más oportunidades. Que al final será mejor para él. Pero eso no cambia el hecho de que me siento herida y traicionada.
Por cierto, su padre le prometió cuidarlo, contratarle a los mejores profesores y ayudarlo a ingresar en una buena escuela. Mi hijo aceptó sin dudarlo. Me dijo que quería una vida como la de sus compañeros. Yo no podía darle lo que su padre sí podía. Y probablemente ese fue el momento en que todo cambió.
Y ahora estoy sola. No sé qué hacer. Cuando me siento triste, recuerdo cuando mi hijo era pequeño, cuando estaba tan apegado a mí, cuando jugábamos juntos. Ahora se ha convertido en alguien completamente diferente. Todo ha cambiado y aún no puedo creer que esto nos haya pasado.
A veces solo deseo poder retroceder el tiempo y volver a aquellos días en los que éramos una familia, cuando yo era todo para él. Pero ahora entiendo que esos tiempos han pasado y que tengo que aprender a vivir con lo que tengo.