Mi hermana cree que a los 49 debería ser la niñera gratuita de su hijo.

Tengo solo 49 años, pero mi hermana pequeña cree que ya no tengo vida propia y que debo ser su niñera gratis para su hijo. Adoro a Juanito, es el mejor sobrino del mundo, pero no estoy dispuesta a sacrificar mi vida para cuidarlo constantemente. Esto empezó hace unos años y cada vez se complica más.

Todo comenzó así: mi hermana Lucía es siete años menor que yo. Siempre fue un poco consentida, la benjamina de la familia, todos la mimaban. Cuando nació Juanito, me encantó ser su tía. Es un niño increíble: listo, divertido, siempre tiene algo interesante que contar. Los fines de semana lo llevaba al parque, le hacía tortitas y pasábamos tiempo juntos. Pero con el tiempo, Lucía empezó a dar por hecho mi ayuda.

Tras divorciarse, se quedó sola con Juanito. Trabaja mucho, a veces hasta tarde y a veces se va de viaje. Entiendo que es duro, y siempre la he apoyado: cuidando al niño, recogiéndolo del colegio, ayudando con los deberes. Pero en los últimos dos años, actúa como si fuera mi obligación. “Tú estás libre, no tienes marido ni hijos, pues ocúpate”, me soltó una vez. Me quedé helada. Sí, no tengo familia propia, ¡pero eso no significa que no tenga vida!

A mis 49, trabajo como contable en una pequeña empresa y tengo mis hobbies: voy a yoga, quedo con mis amigas, tomo clases de pintura. Incluso estoy ahorrando para un viaje a Italia, sueño con ver Roma y Florencia. Llevo dos años guardando dinero. Pero Lucía parece creer que todo mi tiempo debe ser para Juanito. “Eres su tía, es tu deber”, dice. Y si me quejo, añade: “Bueno, tampoco haces nada importante”.

Hace poco la cosa llegó a lo absurdo. Lucía dijo que quería apuntar a Juanito a clases extra de inglés por las tardes, pero como no podía recogerlo, decidió que yo debía atravesar media ciudad para ir por él. Le dije que no, que tenía mis planes, incluido el yoga, y no quería faltar. Se enfadó: “¿Prefieres tus hobbies a la familia? ¿Juanito no te importa?”. Me dolió. Claro que me importa, pero ¿por qué debo sacrificarme siempre por él?

Juanito es maravilloso: me cuenta sus juegos, sus historias del cole, nos reímos con las películas. Pero no soy su madre. No tengo fuerzas ni ganas de ser una niñera a tiempo completo. Además, noto que Lucía me va cargando con más responsabilidades. Hace poco me pidió que hablara con él sobre sus malas notas porque “tú conectas mejor con él”. Lo hice, pero ¡no es mi papel!

He intentado hablar con ella. Le dije que ayudo dentro de lo razonable. Le sugerí contratar a una canguro o pedir ayuda a sus suegros, que viven cerca. Pero Lucía ni lo consideró: “Las canguros son caras, y tú ya lo haces bien”. Siento que me usa porque le resulta fácil y gratis.

Ahora no sé qué hacer. No quiero pelearme con ella, y menos que Juanito piense que no le quiero. Pero estoy harta de ser la niñera de guardia. Quiero vivir mi vida sin culpa por no acudir cada vez que me llama. A veces pienso si soy demasiado blanda. ¿Debería poner límites más firmes?

Si has pasado por algo similar, dime cómo lo manejaste. ¿Cómo decir “no” a la familia sin dañar la relación? ¿O quizá soy demasiado egoísta y Lucía tiene razón? Necesito otra perspectiva…

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Mi hermana cree que a los 49 debería ser la niñera gratuita de su hijo.