Mi esposa dormía a mi lado… y de repente recibí una notificación en Facebook, donde una mujer me pidió que la añadiera.

Recuerdo que mi mujer, Carmen, dormía a mi lado, y de pronto apareció una notificación en Facebook: una mujer me pedía que la añadiera como amiga. No lo pensé mucho y acepté la solicitud.

Le envié un mensaje al instante, preguntándole si nos conocíamos. La respuesta llegó sin rodeos: «He oído que te has casado, pero aún guardo cariño por ti».

Resultó ser una vieja amiga, Alicia, a quien sólo recordaba por una foto en la que brillaba con una belleza que parecía sacada de los retratos de los años veinte.

Cerré la conversación y miré a Carmen, que seguía descansando plácidamente tras un día agotador de trabajo en la fábrica de textiles de la capital. Al observarla, pensé en lo segura que se sentía, en lo fácil que le resultaba entregarse al sueño dentro de nuestra humilde casa de campo, tan distinta del hogar al que había dejado atrás.

Su familia vivía en el norte de Castilla, donde pasaba los veinticuatro horas rodeada de sus padres. Cuando la tristeza la invadía, su madre la consolaba con un abrazo y le permitía desahogar sus penas sobre su regazo. Sus hermanos le contaban chistes que la hacían reír a carcajadas, y su padre, siempre puntual, llegaba a la casa con los dulces que más le gustaban. Aun así, ella depositó en mí una confianza inmensa.

Todos esos recuerdos me cruzaron la mente, y, sin dudar, tomé el móvil y pulsé «bloquear». Volví la vista a Carmen y, con la mano sobre su pecho, cerré los ojos y me dejé contagiar por su tranquila respiración.

Soy hombre, no un niño. Le juré fidelidad y seguiré manteniéndola. Lucharé siempre por ser ese hombre que no traiciona a su esposa ni desmantela su familia, como se dice en los refranes de mi tierra: «Más vale ser fiel que ser rico».

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MagistrUm
Mi esposa dormía a mi lado… y de repente recibí una notificación en Facebook, donde una mujer me pidió que la añadiera.