¡Me das asco desde nuestra primera noche de bodas! ¡Eres repugnante! ¡Déjame en paz! – me espetó mi marido justo en nuestro aniversario

*Diario de un hombre que presenció la verdad*

Hoy cumplimos dos años de matrimonio, pero todo se desmoronó ante mis ojos. Nunca olvidaré el grito de mi esposa en medio del restaurante:

¡Me das asco desde la primera noche! ¡Aléjate de mí!

Todo comenzó con la cena de aniversario. Mi hija, Lucía, había elegido “El Fénix”, un lugar nuevo en un palacete del centro de Madrid, con vitrales y lámparas antiguas. Su marido, Javier, frunció el ceño al ver las fotos.

¿Para tanto lujo? Podríamos cenar solos en algún sitio tranquilo.

Pero Lucía insistió. Invitó a sesenta personas, contrató música en vivo y un presentador. Después del accidente de coche de hace seis meses, quería celebrar la vida. Pasó semanas organizando cada detalle: el menú, los regalos, la decoración. Quizás porque era su primera gran fiesta desde que salió del hospital.

Esa noche, Lucía llevaba un vestido morado oscuro. Javier, junto a la ventana, miraba la calle con expresión tensa.

¿En qué piensas? le preguntó ella.

En nada. Solo detesto estos eventos. Tanta pompa para fingir felicidad.

Mis padres llegaron primero. Mi madre, con un vestido rosa polvoriento, la abrazó con lágrimas:

Hija, qué alegría verte así. Después del accidente, pensé que perdería la cabeza.

Mamá, hoy solo celebramos respondió Lucía, sonriendo.

Los invitados comenzaron a llegar: compañeros de la empresa familiar, amigos, parientes. Javier bebía whisky, algo raro en él. Noté miradas furtivas entre él y la contable, Raquel, quien palideció al ver a Lucía.

¡Qué radiante estás! dijo Raquel con voz temblorosa. Sobreviviste a lo imposible.

La fiesta avanzó, pero la tensión crecía. Javier evitaba a Lucía, intercambiando miradas con Raquel. Cuando ella le pidió bailar, él la rechazó con brusquedad:

¡Déjame en paz!

Todo estalló cuando Javier gritó, ante todos:

¡Me das asco desde nuestra noche de bodas!

El silencio fue sepulcral. Entonces, las luces se apagaron. En la pantalla apareció un video: la habitación del hospital donde Lucía estuvo en coma. Javier y Raquel entraban, creyéndose solos.

Los médicos dicen que no despertará susurró él, besándola junto a la cama de Lucía. Por fin podremos estar juntos.

El estupor inundó la sala. Mi esposa gritó, los invitados murmuraban. Raquel intentó huir, pero la seguridad la detuvo.

¿Qué demonios es esto? rugió Javier.

La verdad respondió Lucía con calma. Mañana, esto llegará a la fiscalía.

Al día siguiente, Javier y Raquel fueron despedidos. Ninguna empresa en Barcelona los contrató. Raquel se fue a Sevilla; Javier, a nadie le importó adónde.

Hoy, tres meses después, el caso se archivó por falta de pruebas. Pero el daño ya estaba hecho.

*Lección aprendida:* La verdad duele, pero vivir en mentiras mata más. Mi hija, con su valentía, nos enseñó que algunas cicatrices valen la pena. Ahora, cuando la veo sonreír ante el espejo, sé que lo peor quedó atrás.

*Fin.*

Rate article
MagistrUm
¡Me das asco desde nuestra primera noche de bodas! ¡Eres repugnante! ¡Déjame en paz! – me espetó mi marido justo en nuestro aniversario