—¡Madre, pero ¿te has vuelto loca? ¡¿Qué dices de suegros?! —gritó Lola por teléfono, casi soltándolo de las manos—. ¡Te lo he dicho mil veces que con Paco solo estamos saliendo!
—¿Y qué? ¿Salir no es serio? —la voz de su madre sonaba decidida y nada halagüeña—. Lolita, ¡ya tienes veintisiete años! Otras a tu edad ya están casadas, criando niños, y tú aquí jugando. Sus padres son buenas personas, trabajadores, tienen un piso de tres habitaciones en Carabanchel…
—¡Mamá! —Lola cerró los ojos, aguantando el dolor de cabeza—. Escúchame bien. NO estoy preparada para casarme. NO quiero hablar de esto con extraños. ¡Y encima ni siquiera me lo has consultado!
—Ya es tarde para consultas —su madre se irritó—. Ya les he llamado, llegarán mañana con el alba. Que lo sepas, Paco está al corriente. Hablé con él ayer y le pareció bien.
Lola se dejó caer en el sofá. Paco le pareció bien… Claro, ¿qué iba a perder él? Viviendo tan tranquilo en casa de sus padres, yendo a trabajar cada dos días, y de pronto semejante suerte: novia con sueldo y piso propio.
—Mamá, ¿y si les decimos que estoy enferma?
—Lolita —la voz de su madre se suavizó, casi suplicante—. Entiéndelo, hija. ¡Quiero conocer a mis nietos! ¿Y si me pasa algo y te quedas sola? Paco es un buen chico, no fuma, no bebe…
—¿No bebe? —bufó Lola—. ¡Si anteayer no se tenía en pie!
—¡Bueno, pero era fiesta! —se excusó su madre—. Venga, cariño, ven mañana a las diez. Ya compré pollo y encargaré la tarta…
El teléneo se cortó. Lola permaneció un minuto mirando al vacío antes de levantarse y pasearse por la habitación. Tenía que hacer algo, ¿pero qué? ¿Matar a Paco? ¿A su madre? ¿O huir a la casa de su amiga hasta el lunes?
El móvil volvió a sonar.
—Lola, soy yo —la voz de Paco sonaba culpable—. Oye, tu madre me llamó ayer…
—¡Qué cabrón! —susurró Lola—. ¡Podrías haberme avisado!
—Pensé que bromeaba, ¡en serio! ¿Quién organiza bodas por suegros hoy en día? Creí que se le olvidaría…
—¿Y cuándo viste que no bromeaba?
—Cuando mis padres empezaron a elegir la tarta —confesó él—. Oye, ¿y si jugamos el papel? Charlamos un rato y se tranquilizan…
—Paco, ¿te das cuenta de que después de este circo mi madre me casará contigo a la fuerza? ¡Seguro que ya está mirando vestidos!
—¿Y qué? —su voz sonó extraña—. ¿Acaso no soy buen partido?
Lola calló. Ahí estaba el problema. Le gustaba Paco, y mucho. Alto, simpático, buen chico. Pero le faltaba… algo. No tomaba decisiones solo. Todo lo consultaba con su madre, incluso qué camisa ponerse para quedar. Y ahora ni la boda era idea suya.
—Oye, Paco —dijo con cuidado—. ¿Tú quieres casarte? Conmigo, quiero decir.
—¡Claro que sí! —respondió demasiado rápido—. Bueno… en principio… nos conocemos bien…
—Eso no es una respuesta —dijo ella agotada—. Bueno, mañana nos vemos.
Toda la tarde probó vestidos sin parar. Demasiado elegante, pensarían que accedía. Demasiado sencillo, y su madre le daría la charla sobre cómo vestirse para ocasiones serias. Al final, escogió un traje gris: formal pero correcto.
Por la mañana, decidió cancelarlo todo. Llamaría a su madre, diría que estaba enferma o que tenía un viaje de trabajo… Pero su móvil no sonó, y cuando marcó su número, nadie contestó. Estaría en el mercado comprando manjares para la comida.
A las nueve y media, Lola estaba frente a la casa de sus padres sin atreverse a entrar. La vecina del tercero regaba las macetas y la miraba con curiosidad.
—¡Lolita! —gritó desde arriba—. ¡Entra ya, no te quedes ahí!
Su madre la recibió con mandil de fiesta y aire de conspiradora.
—¡Qué bien que hayas venido temprano! Ayúdame a poner la mesa. Mira el salmón que compré, y caviar, bueno, no es el mejor, pero…
—Mamá —intentó protestar Lola, pero ya la arrastraba a la cocina.
—¡Qué traje más bonito! Muy serio, profesional. Justo lo que les gusta a los padres de Paco…
—¿Cómo sabes lo que les gusta?
—¡Pues ya nos conocemos! —anunció su madre orgullosa—. Nos presentamos cuando Paco fue al médico. Maruja, su madre, ¡qué mujer más encantadora! Hablamos media hora, me contó todo de ti…
—¿De mí? ¿Qué?
—Que eres guapa, trabajadora, con piso propio… ¡Les encanta que Paco haya encontrado a una novia así!
A Lola le hervía la sangre. ¡La trataban como a una novia comprometida sin consultarla!
—Mamá, escúchame —la cogió de los hombros—. No quiero casarme. ¿Entiendes? ¡No es el momento!
—¿No quieres? —frunció el ceño su madre—. ¿Entonces para qué sales con él? ¿Para divertirte? ¡Eso no está bien! O lo dejas o te casas con él.
—¡Solo nos estamos conociendo! ¿Y si no somos compatibles?
—¡Seis meses juntos! ¿Qué más hay que conocer? —agitó las manos—. ¡En mi época se decidía en un mes!
El timbre interrumpió la discusión. Su madre se quitó el mandil, se arregló el pelo y fue a recibirles con solemnidad. Lola se quedó en la cocina, agarrándose a la encimera para no perder los nervios.
—¡Pasen, pasen! —la voz de su madre sonó exageradamente alegre—. ¡Aquí está nuestra Lolita!
Entraron Paco y sus padres. Su padre, Antonio, corpulento y de mirada bondadosa, parecía incómodo. Maruja, en cambio, evaluó a Lola de arriba abajo con seguridad.
—¡Nuestra futura nuera! —anunció su madre—. ¡Aunque ya os conocéis!
—Hola —murmuró Lola, sintiéndose como un escaparate.
Paco no pintaba mejor, escondido tras sus padres con sonrisa culpable.
—¡No nos quedemos aquí! —se apresuró su madre—. ¡Pasen al salón, pondré el café!
—¿Por qué no hablamos primero? —propuso Maruja sin rodeos—. En serio.
Todos se sentaron en el salón. Maruja miró fijamente a Lola.
—Dime, Lola, ¿de verdad quieres casarte con mi Paco? —preguntó sin ambages.
Lola se sorprendió. Esperaba de todo menos tanta franqueza.
—Eh… nosotros… —balbuceó.
—¡Maruja! —intervino su madre—. ¡Claro que sí! Llevan seis meses juntos…
—Eso no es una respuesta —dijo Maruja con calma—. Salir y casarse son cosas distintas. Pregunto a la chica.
A Lola se le aligeró el peso. Esta mujer no era tonta y entendía la situación.
—¿La verdad? No lo sé. Con Paco… nos llevamos bien, pero nadie habló de boda. Hasta ayer.
—¿Y bien? —Maruja se giró—¡Ya ves! —exclamó Maruja volviéndose hacia la madre de Lola—. ¡Y ayer me dijiste por teléfono que todo estaba decidido!