La noche avanzaba cuando el pequeño niño escuchó ruidos extraños provenientes de la habitación de sus padres: al abrir la puerta, se quedaron paralizados de sorpresa

La tarde caía cuando la pequeña niña escuchó ruidos extraños en la habitación de sus padres. Al abrir la puerta, se quedaron paralizados por la sorpresa.
El atardecer avanzaba mientras el niño percibía una tensión extraña tras la puerta del dormitorio. Los sonidos parecían serios, aunque no fuertes, pero la inquietud era palpable.
En su mente, recordó la lección escolar: “Si tienes miedo, llama al 112.” Con manos temblorosas, tomó el teléfono.
112, ¿qué ocurre? preguntó el operador.
Escucho ruidos raros en la habitación donde están mis padres. Por favor, vengan rápido.
Sin perder tiempo, la policía llegó a la casa. Con ellos iba su perro policía, un animal experto que se acercó a la puerta y actuó de forma extraña, como si intentara avisar de algo.
Mientras los agentes intentaban abrir la puerta, el perro reaccionó antes, ladrando con fuerza.
Cuando al fin la puerta cedió, todos quedaron impactados por lo que vieron.
En la habitación reinaba un silencio inquietante, solo roto por un leve sonido. Los padres de Lucía se movían de forma extraña: Javier estaba inmóvil, y Elena sostenía algo entre sus manos que no se distinguía bien.
El perro detectó el objeto en las manos de Elena, se acercó y advirtió a sus compañeros con fuertes ladridos: aquello era peligroso.
Uno de los agentes lo tomó de las manos de Elena para examinarlo y descubrió que era un artefacto explosivo. Actuando con rapidez, lo desactivó.
La policía se llevó el dispositivo y condujo a todos a la comisaría para investigar cómo había llegado allí.
Tras el interrogatorio, quedó claro que Elena y Javier no tenían nada que ver con el artefacto, así que los dejaron ir a casa.
La investigación reveló que, en realidad, la bomba pertenecía a su vecino y había acabado en su casa por error.
Así fue como Lucía, con solo una llamada, salvó a sus padres del peligro.
Queramos a nuestros padres y cuidémoslos siempre. Son seres irremplazables en nuestra vida.

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La noche avanzaba cuando el pequeño niño escuchó ruidos extraños provenientes de la habitación de sus padres: al abrir la puerta, se quedaron paralizados de sorpresa