La mejor amiga de mi esposa siempre se mete en líos sin buscarlo

Carmen, la amiga cercana de mi esposa, siempre se encuentra en situaciones complicadas sin intención de hacerlo. Es simplemente una persona con mala suerte. El primer incidente tuvo lugar hace unos tres años.

Carmen regresaba del trabajo a medianoche, estacionó su coche y se dispuso a correr los cien metros emocionantes hasta la puerta del portal. No logró avanzar más de tres metros. De la oscuridad emergieron dos individuos con capuchas que le aconsejaron: “Quietecita”, le pidieron dinero, joyas y otras pertenencias, y para evitar que ella protestara, la golpearon en la cabeza con un bate.

Resultado: conmoción cerebral y un hematoma extenso, además de perder su bolso con documentos importantes, dinero, llaves y su pasaporte. Salió de entre las sombras y fue a poner la denuncia en la policía. Los agentes abrieron un caso de mala gana pero lo cerraron rápidamente por “imposibilidad de identificar a los responsables”. Carmen, indignada, no se rindió y recorrió su edificio preguntando si alguien había visto u oído algo.

Finalmente tuvo suerte, alguien había dejado su coche aparcado frente al portal con la cámara encendida. Este buen samaritano llevó el video a la policía, coincidiendo con cuando Carmen, con la cabeza vendada, presentaba la denuncia. A este señor le agradecieron pero le dijeron que las imágenes eran borrosas y no se distinguían las caras ni las palabras de los asaltantes. Así que Carmen se quedó con el video como recuerdo.

Desde entonces, su marido trataba de acompañarla al aparcamiento y los niños observaban desde la ventana. Pero su marido también tenía un trabajo demandante y a veces llegaba más tarde del trabajo, así que Carmen, en ocasiones, tenía que caminar sola hasta el portal. Tarde o temprano, el escenario se repitió casi idénticamente: otro golpe en la cabeza, aunque esta vez pudo rociar gas pimienta a los agresores. El segundo golpe fue más fuerte.

La policía, manteniéndose inflexible en su búsqueda, cerró el caso aún más rápido que el anterior, ya que Carmen ni siquiera vio a sus atacantes. Un año después, su marido hizo las maletas y se fue definitivamente en busca de una vida mejor en el extranjero. Carmen cambió de trabajo, se hizo un nuevo corte de cabello y renovó su apartamento.

Un día, al ir a una estación de lavado de coches, Carmen reconoció a uno de los asaltantes. Era evidente que conocía bien a los trabajadores del lugar, y que ellos no lo veían por primera vez. Pero en la policía, le fueron tajantes: “Incluso si es él, no podemos hacerle nada. El video es confuso; no se sabe si él fue el que te golpeó o simplemente salió del portal con un bate. Y aunque sea él, no podemos poner una vigilancia aquí, así que sería mejor que te pongas un casco alemán si sales por las noches”.

Pasó otro año increíble, durante el cual las migrañas de Carmen remitieron, se enamoró y felizmente se casó con su nuevo amor. Poco después, de repente, el viejo caso de robo revivió de su archivo olvidado, y los dos asaltantes fueron capturados de inmediato y encarcelados por 12 años en una prisión lejana.

A pesar de que la vida parecía mejorar, pequeños problemas delictivos siguieron a Carmen debido a su infortunada suerte. Una noche, cuando Carmen tenía prisa por una cita importante, dejó el coche y tomó el metro. Al salir a la calle, descubrió que su bolso tenía un largo corte y que su colorido monedero con documentos, tarjetas de crédito y dinero había desaparecido.

Carmen soltó un par de sollozos por decoro y llamó a su querido esposo, ya que su móvil no había sido robado:
– Oye, cariño, te vas a reír, pero me han robado otra vez, creo que fue en el metro.

Su esposo, al tanto de la situación, le contestó:
– No te preocupes, Carmen, todo se solucionará. ¿Dónde estás?
– Cerca de la estación de Sol.
– No cuelgues y regresa al metro. Cuando veas a un policía, pásale el teléfono. Relájate.

Minutos después, Carmen estaba en la comisaría del metro, donde los agentes, nerviosos, le ofrecieron té: verde, negro o negro con bergamota. Pasadas unas horas, un capitán acalorado y feliz entró con el colorido monedero de Carmen en la mano.

En su interior estaba todo, incluso el dinero.
Es útil estar casada con un inspector de policía.

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