La Madre de la Novia Sorprende al Novio En el Baño con una Damisela
Iris, de 78 años, intentaba entregar un regalo especial al prometido de su hija cuando lo vio colarse en el baño con una damisela de honor. Lo siguió, y lo que presenció la hizo correr para cancelar la boda.
Ese día, Iris estaba radiante. Su hija Lucía, de 50 años, iba a casarse con el amor de su vida, Javier. Quiso darle los gemelos de diamantes de su difunto esposo antes de la ceremonia.
Pero Javier caminaba rápido, e Iris tuvo que apretar el paso con sus rodillas doloridas. Lo vio acercarse a Claudia, la damisela y su socia, susurrándole algo. Luego, ambos se dirigieron al fondo del restaurante. Curiosa, Iris se asomó y los vio entrar juntos al baño…
Abrió la puerta con cuidado y el corazón se le hundió al verlos dentro.
“Ya no aguanto más, cariño”, dijo Javier, atrayendo a Claudia hacia sí.
“Ahora no, cielo”, musitó ella. “Si nos descubren, nuestros planes se irán al traste”.
“¿Javier y Claudia tienen algo…?”, Iris se apoyó en la pared, horrorizada.
“Una última vez antes de casarme con la aburrida de Lucía”, añadió él.
“Paciencia… solo hay que aguantar unos meses. Piensa en el dinero que ganaremos con el divorcio. Millones de euros… pero solo si te controlas ahora”.
Iris los miró en el espejo: se abrazaban y besaban con pasión.
“Para… ¡basta!”, protestó Claudia entre risas. “Debemos volver”.
“No hasta que prometas vernos esta noche en mi casa”, insistió Javier. “Como siempre, en secreto… cuando Lucía esté trabajando”.
Iris no pudo soportar más. Corrió a avisar a su hija: Javier solo quería su fortuna.
En el salón, el presentador anunció: “¡La novia tiene un regalo especial!”.
Lucía subió al escenario. “He esperado toda mi vida para encontrar al hombre perfecto… y quiero dedicarle esto”.
Cantó una emotiva canción. Todos aplaudieron, y Javier la abrazó con mirada enamorada, partiéndole el corazón a Iris.
“¡Qué momento tan bonito!”, dijo el presentador. “Pasemos al salón para el primer baile”.
Iris interceptó a Lucía. “Cariño, debo contarte algo… sobre Javier”.
“¿Sobre Javier? ¿Qué pasa, mamá?”.
“Es que… no sé por dónde empezar. ¿Hablamos en privado?”.
“Ahora no, Javier me espera. Luego, ¿vale?”.
“¡Lucía, espera!”.
“¿Preparada?”, interrumpió Claudia, llevándose a Lucía del brazo.
Iris, desesperada, no se atrevió a arruinar el día de su hija. Pero sabía que debía exponer a Javier.
Al día siguiente, Javier y Lucía la llevaron al aeropuerto. “Id a facturar”, dijo él. “Yo sigo con el equipaje”.
Iris aprovechó para hablar con Lucía, pero se contuvo. Minutos después, fingió un mareo y volvió a su casa. Al llegar, vio el coche de Claudia aún caliente.
Llamó a Lucía: “Han cancelado mi vuelto… ¿puedes venir? Es urgente”.
Lucía llegó minutos después. “Mamá, ¿qué pasa?”.
“Tu marido y Claudia están ahí dentro… en el sofá”.
“¿QUÉ?”.
“Los vi en la boda. Planean quedarse con tu dinero. Lo siento…”.
Lucía entró furiosa, pero… ¡sorpresa! Javier y Claudia estaban hablando tranquilamente.
“¿Qué diablos pasa aquí?”, gritó Lucía.
“Claudia vino a ayudarme con una sorpresa”, dijo Javier, mostrando unas llaves. “Hemos comprado una casa para ti. Pero ya no tiene sentido”.
Lucía, confundida, se disculpó. Iris insistió: “¡Es mentira!”.
“¿Tan difícil es creer que te amo?”, dijo Javier, fingiendo dolor.
Iris, abrumada, sufrió un infarto. En el hospital, Lucía la visitó, pero defendió a Javier.
“Mamá, deja de inventar cosas”.
Iris, harta, llamó a su abogado: “Cambie mi testamento. Todo a caridad. Lucía no heredará nada”.
“¡Estás loca!”, gritó Lucía, marchándose.
Semanas después, Iris seguía intentando contactarla. Hasta que un día, Lucía abrió la puerta llorando.
“Tenías razón, mamá…”.
Iris la abrazó. Le dolía verla así, pero al fin se había liberado de ese cazafortunas.
FIN.