La maestra de primaria siempre se esforzaba para que sus alumnos crecieran curiosos, valientes y soñaran con un gran futuro. Un día, se le ocurrió organizar en la escuela un Día de las Profesiones, invitando a personas de distintos oficios para que contaran a los niños sobre su trabajo.
En el salón de actos se reunieron los invitados: un médico, un abogado con años de experiencia, un joven informático, un apuesto bombero y, finalmente, un agente de la policía con su perro de servicio, llamado Thor. Los niños estaban encantados: hacían preguntas, se reían, probaban cascos y escuchaban atentos las explicaciones de cada profesional.
Cuando llegó el turno del policía y su perro, el salón estalló en aplausos. Pero en el momento en que Thor cruzó la puerta del aula, la alegría se convirtió en inquietud. El animal gruñó. Avanzó lentamente, levantó la cabeza y comenzó a ladrar con fuerza, mirando fijamente a la maestra. De repente, se abalanzó sobre ella, apoyando las patas delanteras en su pecho mientras seguía ladrando sin parar.
Los niños se asustaron. La maestra palideció y retrocedió, protegiéndose con las manos.
—¡Nunca se comporta así! —dijo el policía, desconcertado—. Lo siento, no lo entiendo… está adiestrado, no es agresivo.
Lograron separar al perro. La maestra apenas podía contener las lágrimas.
—Quizá es mi perfume… o algún olor… —balbuceó, intentando justificarse.
Pero el policía no quedó convencido. Empezó a investigar el extraño comportamiento de Thor y descubrió algo terrible.
Después de clases, llamó al perro en silencio y le hizo oler una fotografía antigua del archivo criminal. Thor volvió a ladrar.
Las sospechas crecieron. Esa noche, el agente revisó los datos de la maestra en el sistema y encontró algo alarmante: su pasaporte solo tenía siete años de antigüedad, y había discrepancias sobre su lugar de nacimiento y apellidos anteriores.
Comenzó una investigación, y pronto salió la verdad. La maestra había sido cómplice de un violento atraco a un banco quince años atrás. Logró huir, falsificó sus documentos y desapareció.
Dos de sus cómplices fueron encarcelados, pero a ella se la dio por muerta en un incendio. Con el tiempo, cambió su apariencia, se mudó a otra región y empezó una nueva vida —trabajando en una escuela como una maestra ejemplar.
Pero el olor… eso la delató. Thor estaba entrenado para reconocer el rastro de antiguos sospechosos de crímenes graves. Había participado en búsquedas años atrás, y su memoria no olvidaba aquel vestigio del pasado.
La maestra fue arrestada. La escuela quedó conmocionada. Los alumnos lloraban, los padres no podían creerlo. Nadie imaginaba que su querida maestra era una criminal fugitiva.
