La hija que no es mía

Lucía
Le pregunté a Enrique si podría quererla igual que antes, pero entonces entró Lucía pidiendo valeriana, y al ver nuestras caras angustiadas entendió que algo grave ocurría, así que le contamos la verdad con el corazón en un hilo, y cuando ella preguntó temblando si la echaríamos de casa, Enrique la abrazó con lágrimas jurando que siempre sería su padre, mientras yo comprendía que la sangre importaba menos que los quince años de risas, sacrificios y noches en vela cuidando a esa hija que el destino nos regaló, y decidimos quemar aquel maldito papel para seguir siendo la única familia que realmente importaba.

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MagistrUm
La hija que no es mía