La cuñada cree que somos responsables de consentir a sus hijos.

La hermana de mi marido cree que somos nosotros quienes debemos consentir a sus hijos

La hermana de mi esposo suele usar palabras muy ambiguas. Cuando dice “Qué bien estaría llevar a los niños a ver esa nueva película”, en realidad significa que mi marido debe salir corriendo para llevar a sus sobrinos al cine. Y si suelta “Qué buen día hace, y ustedes encerrados en casa”, es su manera de pedir que los saquemos al parque de atracciones. Claro, pagando nosotros.

Yo nunca entiendo indirectas. Cuando se vuelven demasiado obvias, finjo no darme cuenta. Si quieres algo, dilo claro. Y no te hagas la víctima. En cambio, mi marido siempre reacciona al instante a lo que su hermana quiere.

Quiere mucho a sus sobrinos. Demasiado, en mi opinión. Los sentimientos de Marina son comprensibles, su deseo de que sus hijos disfruten más actividades también. Pero es responsabilidad de los padres ocuparse del ocio de sus hijos. Abuelos, tíos o tías no deberían tener esa obligación.

Claro, de vez en cuando está bien hacer un detalle. Son familia, al fin y al cabo. ¡Pero no es una exigencia! Hace poco fue el santo de nuestro sobrino, Lucas. Su cumpleaños ya había pasado, y le regalamos algo bonito. Pero Marina, como siempre, vino con indirectas. Parece que una bicicleta de buena calidad no le pareció suficiente, aunque nos costó un buen pico. Ella imaginó que sería mejor llevarlo un fin de semana a París. Y ella también, claro, porque un niño tan pequeño no puede viajar solo.

En su lenguaje de indirectas, fue así: “Lucas siempre ha soñado con conocer París”. Y lo “tradujeron” el día del santo, cuando su hermano le entregó una tarta en lugar del viaje. Yo no estuve, estaba trabajando. Mi marido fue solo. Le regaló unas almohadas con las letras de su nombre. Buscamos mucho en internet algo especial para la ocasión, porque en casa de Lucas no solían celebrarlo.

Cada año, las exigencias de Marina aumentan. Ya me cansa. Pero mi marido adora a esos niños y no puedo hacer nada. Siempre quiso hijos propios, pero por algún motivo no se dio. Así que volcó todo en los hijos de su hermana. A ella le bastaba pedirles que pusieran caritas tristes y suplicaran con voz dulce. Y él corría a cumplir sus deseos. Yo lo veía claro, pero él no creía que su hermana usara así a los niños. Hasta que quedé embarazada.

Se lo dije y se volvió loco de alegría, casi bailando alrededor de mi barriga. Cuando Marina pidió otro viaje, él se negó y le anunció que pronto tendría su propio hijo. Su hermana se enfadó y le echó. Luego me llamó, histérica. Me preguntó cómo me atrevía a quedarme embarazada. Me acusó de hacerlo a propósito para perjudicar a sus hijos. Colgué sin escuchar más gritos.

Después, mis sobrinos llegaron con dibujos hechos a mano. Decían: “Tío, por favor, no nos abandones” y “¿Para qué quieres hijos si ya nos tienes a nosotros?”. Lo esperaron a la salida del trabajo. Me pregunto quién les habrá dado esa brillante idea. Difícil que se les ocurriera solos. Pero Marina calculó mal, porque el efecto fue el contrario.

Mi marido volvió a casa con los dibujos, arrepentido de su tontería durante años.

—¡Soy un imbécil! “Tío, se nos rompió el microondas, tenemos miedo de usar el gas. Mamá no tiene dinero para uno nuevo, cómpranos uno, por favor” —imitó su voz—. ¡Siempre ha sido igual! Los ponía a pedir y yo caía. ¡Qué estúpido he sido!

Cambió de actitud de golpe. Antes daba hasta el último euro por los sobrinos. Ahora apuntó en una libreta todo lo gastado.

Marina tuvo el descaro de venir a casa.

—Como van a tener su bebé, ¿no me harás un último favor, hermanito? Necesito un coche para llevar a los niños. Prometo no volver —dijo en la entrada.

Mi marido le entregó sus cuentas y le exigió que devolviera todo. Le dio seis meses. Y la echó.

—Vete. Tendrás que buscarte un trabajo —le dijo al cerrar.

Ahora las amigas de Marina me escriben en redes. Me culpan de dejar a los niños sin comida ni figura masculina. Las mando a paseo. Marina vive bien: heredó todo de sus padres, tiene dos pisos (vive en uno y alquila el otro), y además recibe la pensión de su exmarido.

No creo que pase necesidad. Y a nosotros nos va bastante bien.

*Moraleja: Cuando das demasiado sin pedir nada a cambio, algunos terminan creyendo que es su derecho.*

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MagistrUm
La cuñada cree que somos responsables de consentir a sus hijos.