**Diario de un hombre**
La anciana secó el sudor de su frente con cansancio mientras observaba el cuerpo inmóvil de su marido, tendido en el carro. Hacía tiempo que él no podía levantarse de su humilde jergón, ni comer sin ayuda, ni hablarsolo respiraba con dificultad y miraba al techo con ojos turbios.
Para ella, el hombre había sido una carga durante años. En otro tiempo fue fuerte, proveedor, protector. Pero el tiempo le había arrebatado todo. Ahora solo consumía sus últimos recursos sin dar nada a cambio.
Un día, tras cortar leña y no aguantar más las quejas y las noches en vela, decidió que ya era suficiente. Subió a su marido al carro y lo llevó al corazón del bosque, donde, según los rumores, merodeaban lobos. Lo dejó bajo un viejo roble seco.
Perdóname, viejomurmuró sin lágrimas. No puedo más Sobrevive si es que puedes.
Y se marchó.
Cuando el chirrido de las ruedas se perdió en la distancia, el anciano comprendió que estaba solo. Completamente solo. En medio del bosque, rodeado de lobos hambrientos.
El frío le calaba hasta los huesos. La tierra estaba húmeda y helada, el aire nocturno le cortaba la piel.
Sintió un nudo en la garganta. No podía gritar, su voz ya no existía. Solo yacía allí, mirando el cielo oscuro entre las ramas. Tenía hambre y soñaba con una gota de agua.
Pero de pronto, escuchó algo aterrador
Al principio, débilcomo una rama que se rompe, pisadas furtivas. Después, más cerca. Primero una, luego otra, y otra más. Pasos pesados. Y el viento aullaba¿o era un lobo?
El viejo sintió verdadero miedo. Su corazón latía tan fuerte que parecía querer salírsele del pecho. Lobos. Lo había abandonado allí para que lo destrozaran.
De repente, una figura emergió de la oscuridad. Gris, grande, con ojos brillantes donde ardía un fuego frío. Un lobo.
El animal se detuvo y lo miró. Pero entonces ocurrió algo inesperado.
El anciano quiso cerrar los ojos, huir de la visión de la bestia, pero no pudo. Es el fin, pensó. El lobo me devorará vivo.
Pero el lobo no se abalanzó sobre su garganta, no mostró los colmillos. Se acercó lentamente, se tendió a su ladotan cerca que el viejo sintió el calor de su denso pelaje.
El animal respiró hondo, cerró los ojos y no se movió más, solo sus orejas se agitaban de vez en cuando.
Al principio, no lo creía. Pero luego sintió el calor, intenso y vivo, del costado del lobo.
Él, medio muerto y entumecido, se acurrucó contra el animal.
El lobo no se fue. El lobo lo abrigó.
Y así pasaron toda la noche, dos almas viejas, olvidadas por los hombres, pero que se habían encontrado en el oscuro bosque.
**Lección:** A veces, en la peor oscuridad, la compasión llega de donde menos se espera. Ni siquiera las bestias más fieras carecen de piedad cuando un corazón lo necesita.