Julia se quedó embarazada. Su marido, Jorge, no se separó de su lado durante todo el embarazo. Cumplió cada uno de sus deseos y caprichos. Por fin llegó el momento esperado y Jorge llevó a Julia al hospital de maternidad.

**Diario Personal**

Hoy he vuelto a recordar todo lo que pasó hace años. Fue como si el destino jugara con nosotros, tejiendo nuestras vidas de la manera más inesperada.

Todo empezó con Julia. Julia quedó embarazada. Su marido, Jorge, no se separó de ella ni un momento durante todo el embarazo. Cumplía cada uno de sus caprichos, cada deseo. Cuando llegó el día, Jorge la llevó al hospital. Al nacer su hija sana y salva, respiró aliviado. Feliz y orgulloso, el recién estrenado padre se fue a casa a descansar. Al día siguiente, volvió al hospital para ver a su esposa y a la niña.

Su esposa no está le dijeron de pronto.

¡No puede ser! se negó a creerlo. ¿Habrá salido? ¡Búsquenla, por favor!

No, se ha ido. Aquí dejó esto dijo la enfermera, entregándole una nota doblada.

Jorge la abrió y palideció al leerla.

Todo empezó cuando Julia llegó a su departamento de ventas. Jorge, soltero y con treinta años, se enamoró de ella al instante. Era joven, hermosa, y su sonrisa lo cautivó.

Buenos días, compañera le dijo con una sonrisa cálida. Oksana te explicará tus funciones.

Julia asintió, tímida pero encantadora. Las compañeras, en su mayoría mujeres, no podían creer que Jorge, siempre tan serio, se fijara en una recién llegada.

Con el tiempo, empezaron a salir. Primero, cafés después del trabajo. Luego, citas más íntimas. Él, que nunca había estado casado, se entregó por completo. Cuando anunciaron su boda, todos se sorprendieron.

Julia era clara desde el principio:

No quiero hijos todavía. Cuando esté lista, te lo diré.

Jorge aceptó, pensando que con el tiempo cambiaría de opinión. Pero los años pasaban, y Julia seguía negándose. Hasta que un día, él la encontró llorando en el baño con una prueba de embarazo en la mano.

¿Estás embarazada? preguntó, emocionado.

Ella asintió, pero en lugar de alegría, solo hubo lágrimas.

No quiero esto. No quiero engordar. Haz algo.

Jorge la abrazó, suplicándole que no abortara. Prometió hacerse cargo de todo. Y así fue. Durante el embarazo, no la dejó ni un segundo. Cuando nació su hija, sintió un alivio inmenso.

Pero al día siguiente, Julia había desaparecido. Solo dejó una nota: *«No me busques»*.

Pasó un mes y medio antes de que llamara:

Recoge mis cosas. Mi primo Arturo pasará a buscarlas. Divorciémonos.

Ni una palabra sobre su hija. Jorge se quedó solo con la pequeña Alina. Por suerte, su madre vivía cerca y lo ayudó.

Años después, Sofía recibió una llamada del colegio. Su hijo Daniel, de ocho años, había tenido un altercado con una compañera.

Corrió hasta el colegio, donde encontró a Daniel sentado junto a una niña y un hombre.

Se pelearon explicó la profesora.

Mamá, ella me llamó sin padre susurró Daniel, con un moretón en la mejilla.

Yo no quise murmuró Alina, bajando la mirada.

Los padres se miraron.

Soy Jorge, padre de Alina.

Sofía, madre de Daniel.

Los niños se disculparon, y Jorge, sonriendo, propuso:

¿Qué tal si vamos todos a una pizzería?

Así empezó todo. Con el tiempo, Jorge y Sofía se dieron cuenta de que había algo más entre ellos. Las visitas se hicieron frecuentes: cines, parques, cenas. Los niños, felices, soñaban con ser hermanos.

Y ahora, aquí estoy, esperando a nuestro pequeño Bogdan, mientras Daniel y Alina discuten cómo decorar su habitación.

La vida, a veces, es caprichosa. Pero al final, todo encaja.

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MagistrUm
Julia se quedó embarazada. Su marido, Jorge, no se separó de su lado durante todo el embarazo. Cumplió cada uno de sus deseos y caprichos. Por fin llegó el momento esperado y Jorge llevó a Julia al hospital de maternidad.