Esto no es un simple affaire, Victoria. Llevo diecisiete años viviendo una doble vida,” confesó Damián mientras giraba nervioso un lápiz sobre su escritorio.

**Diario de un Hombre**

*20 de octubre*

*No es un asunto casual, Victoria. Llevo diecisiete años viviendo una doble vida*, dijo Domingo mientras giraba nervioso un bolígrafo sobre su escritorio.

*Si esto es una broma, es de muy mal gusto*, respondió Victoria, desconcertada.

En las últimas semanas, había notado que algo no iba bien con su marido. Domingo siempre estaba ocupado con el trabajo: viajes de negocios frecuentes, noches en la oficina, nerviosismo. ¿Pero una hija? ¿De dónde había salido?

*Es en serio. Es mi realidad. Y ahora, la nuestra.*

Se levantó y caminó lentamente hacia la ventana.

*¿Qué? Llevamos veintiséis años juntos. Tenemos dos hijos maravillosos que estudian en el extranjero. Siempre fuimos la familia perfecta. ¿Y ahora me dices que tienes una hija de quince años? ¿Es esto real?*

*Lo has entendido bien, Victoria. Pero hay más.*

Ella se quedó paralizada, sin saber cómo reaccionar.

*Vivirá con nosotros. A partir de la próxima semana. Y no hay discusión posible. No hay otras opciones.*

*Ni siquiera me lo preguntas. Simplemente me presentas los hechos consumados. Si no estoy de acuerdo, puedo irme, ¿no?*

*No seas dramática. No quiero divorciarme. Las cosas han salido así*, contestó Domingo, exhausto.

*Si ya has dicho todo, me voy. Tengo que volver al trabajo, aunque mi hora de comer haya terminado*, replicó Victoria con frialdad.

*Vete*, dijo él sin apartar la mirada de la ventana.

Ella salió de la oficina conteniendo las lágrimas. La cabeza le daba vueltas.

*Victoria Mendoza, ¿se encuentra bien? ¿Quiere un vaso de agua?*, preguntó la secretaria, preocupada.

*No, gracias. Llámeme un taxi, no puedo conducir*, respondió secamente.

*En cinco minutos habrá uno en la puerta principal*, le informó la joven.

*Gracias*, murmuró Victoria antes de entrar en el ascensor y dejar que las lágrimas brotaran sin control.

Marcó un número.

*Mónica, no voy a ir hoy a la oficina. Cancela todas mis citas. Haz lo que sea necesario.*

Veinte minutos después, estaba frente a la casa de su suegra.

*Adela, ¿sabías que Domingo tiene una hija con otra mujer?*, preguntó con firmeza.

La mujer mayor suspiró y asintió.

*Sí, lo sé. La conocí cuando tenía once años. ¿Recuerdas cuando tuve el infarto? Domingo tuvo mucho miedo y decidió que debía conocer a mi nieta.*

*¿Ya la llamas tu nieta? ¡Bravo!*, respondió Victoria con sarcasmo.

*¿Y qué propones? ¿Que rechace a la niña?*, contestó Adela con calma. *Si lo hubiera sabido hace quince años, habría hecho todo para evitarlo. Pero la chica existe. La sangre de Domingo corre por sus venas.*

Victoria la miró con dolor.

*¿Por qué no me lo dijiste?*

*Para evitarte el sufrimiento que sientes ahora*, susurró Adela.

Victoria rompió a llorar y la abrazó.

*Todo saldrá bien, hija. Eres fuerte.*

*¡No le debo nada a nadie!*, gritó Victoria de repente. *Él se ha construido otra vida, ¿y ahora debo perdonar y aceptarlo?*

*Tienes que hablar con tu marido y aclararlo todo*, le aconsejó su suegra.

*Ahora mismo no puedo ni mirarlo.*

Pasó una semana. No se hablaron. Un día, Domingo llevó a la niña a casa.

*Entra, cariño, este es tu hogar ahora. Y esta es Victoria Mendoza, tu segunda madre.*

Victoria apretó los puños, pero forzó una sonrisa.

*Encantada de conocerte.*

La niña la miró con sus ojos azules, idénticos a los de Domingo.

*Igualmente. Espero que podamos ser amigas.*

Lola era una chica educada e inteligente. Tras unas semanas, Victoria se acostumbró a su presencia, pero con Domingo seguía siendo fría.

Días después, Victoria presentó la demanda de divorcio. Su suegra la apoyó.

*Yo habría hecho lo mismo*, admitió Adela.

Lola lo pasó muy mal. Victoria decidió hablar con ella.

*Lola, por favor, hablemos.*

La niña sollozaba.

*Mamá, no te vayas. Te quiero.*

Victoria la abrazó con fuerza.

*Y yo te quiero, cariño.*

A la mañana siguiente, Victoria entró en la habitación de Lola.

*Le

Rate article
MagistrUm
Esto no es un simple affaire, Victoria. Llevo diecisiete años viviendo una doble vida,” confesó Damián mientras giraba nervioso un lápiz sobre su escritorio.